poliecosocial.com, partidaria de la inclusión de las personas, en particular de aquellas con discapacidad visual, dadas las posibilidades del audio, ofrece el material escrito, en forma sonora, a fin de posibilitarles, desde el estudio, la recreación, la filosofía, etc.
PARTE 1
PARTE 2
*Autora: Investigación y producción de Sonia Uberetagoyena Loredo
La presente reflexión fue expuesta en el año 2015, en el Encuentro Interdisciplinario sobre la mujer en la Comunidad de Coapa, de la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM, siendo uno de los ejes temáticos el de los “Retos de la mujer para el Siglo XXI”, que a los fines de este breve espacio, se ha modificado.
Los retos que ha enfrentado la mujer, desde alrededor de los años 60´s del pasado Siglo XX y lo que va del XXI, se relacionan con la búsqueda de “igualdad”, en la esfera electoral, en el educativo, en lo laboral y en lo sexual. Las preguntas es si la búsqueda de la igualdad con los hombres y sus logros han sido los esperados, cuál es nuestro papel en la historia moderna y si somos lo qué deseábamos ser, entre otras.
A lo largo de la historia, tanto las mujeres como los hombres han jugado un rol social particular. Pero en general, suele afirmarse que las mujeres estábamos ausentes de oportunidades, de participación e integración social.
En obvio de tiempo, habría que decir que hemos sido Diosas y Mártires. Diosas en el antiguo Egipto y mártires en la antigua Grecia. Tanto diosas como mártires, según el contenido cultural de cada época. Hemos sido cazadoras de animales, recolectoras de productos vegetales, convirtiéndonos muy probablemente en las primeras agricultoras e inventoras del uso medicinal de los recursos naturales, de la conservación y almacenamiento de los vegetales, dada nuestra obligación antigua de las actividades agrícolas y de recolección.
Desde la edad media hasta la actualidad, hemos colaborado en el desahogo económico de nuestras familias y de nuestro hogar, sea como sirvientas, cocineras, artesanas, campesinas, obreras, mano de obra barata en largas jornadas, institutrices y damas de compañía, representantes de los maridos e hijos ausentes por guerra u otras razones.
En pleno Siglo XX, estuvimos bajo la potestad del Padre y del esposo. Hasta 1965, en Francia y años más tarde en España, la mujer debía solicitar la aprobación del marido para ejercer una ocupación o carrera. La esposa no podía presentar un examen, inscribirse en una institución de educación superior, contratar una cuenta bancaria, gestionar un pasaporte o un permiso de conducir o comparecer ante la justicia.
No obstante, la ausencia o la complejidad histórica, para acceder a las oportunidades, la participación e integración social, las mujeres hemos utilizado nuestra imaginación, voluntad, fuerzas y a veces hasta con la pérdida dela vida, para contribuir en la construcción de una sociedad más justa para mujeres y hombres, transitando en el mundo occidental, con base en saltar, no sin riesgos, las barreras normativas, culturales y discriminatorias, para participar en el trabajo, en los oficios, la educación, la ciencia, la cultura, el arte, la literatura, con muchos obstáculos, desarrollando nuestros intereses y capacidades, con o sin reconocimientos.
Tal avance ha sido posible por la lucha de las mujeres y también, de algunos hombres. Nuestra participación no termina con el matrimonio, ni con la maternidad, nuestra libertad no se agota en los muros de nuestras casas. Hoy, participamos en el mundo laboral, la política, la procuración de justicia, en el deporte, el mundo intelectual, la poesía, y en muchas otras cosas más. Hoy, las mujeres nos representamos a nosotras mismas, con lo cual ¡hemos avanzado!
Sin embargo, falta aún mucho por conquistar, en cuanto a no actuar como hombres, siendo mujeres; a seguir siendo mano de obra barata; a no permitir la precarización de nuestras condiciones laborales, de ingreso, permanencia y retiro. El avance no significa una salida a una mala situación económica, ni sólo el acceso a los gremios. No podemos correr el riesgo de ser expulsadas de participar en las diferentes esferas del mundo, de nueva cuenta, por la creciente crisis económica actual.
Falta avanzar en una nueva identidad, que no debe reducirse al significado oficialista del empoderamiento de la mujer, sino a rebasarlo. No es posible contentarse con la pretendida igualdad, porque no somos iguales. ¿Igualdad o Justicia?
En mi postura, me inclino por la justicia, que incluye la justicia salarial, el desvanecer los difusos roles femeninos y masculinos; establecer los nuevos y necesarios valores para enfrentar el mundo actual; procurar la educación emocional de nuestros hijos en nuestros hogares; involucrar a los hombres en un proyecto de familia más amplio, para ejercer una paternidad más equitativa; sin dejar de ser proveedores; apoyando a sus parejas, para la realización de ellas como aspirantes o presidentes de su país, como cantantes, como atletas, ganadoras de medallas, que permita a las mujeres competir con identidad de lo que somos: ¡Mujeres!
No importa si somos soldados del ejército, taxistas, obreras, mecánicas, médicos, enfermeras, telefonistas, comerciantes, peluqueras, científicas, literatas, etc.
Hoy la reflexión debe ser enfática en considerar el contexto al que nos enfrentamos las mujeres, en este Siglo XXI, que atraviesa profundas transformaciones y diversidad cultural, sensible reducción del poder del Estado, pérdida y aparición de nuevos valores y, quizá también, los riesgos de una profunda transformación de las estructuras sociales. Estos son los retos del Siglo XXI.
Creo firmemente que la lucha por la igualdad es un profundo distractor a lo que debemos aspirar las mujeres en este Siglo, porque luchar por la igualdad, nos reduce. Debemos luchar por la justicia, dados los problemas fundamentales actuales: la crisis alimentaria, la crisis humanitaria de los migrantes, la falta de desarrollo económico y social, el desempleo, la falta de oportunidades para los jóvenes, la pobreza, la conversión a verdaderos procesos democráticos, los derechos humanos, la educación, la salud, el medio ambiente, la violencia, la inseguridad pública, el abandono de personas vulnerables (niños, ancianos, personas con capacidades diferentes), desaparición forzada de personas; la discriminación en cualquiera de sus formas; la desintegración del tejido social y los conflictos sociales; entre otros.
La factura a pagar por los retos de la mujer en el Siglo XXI, no debe continuar por la vía de una pugna entre hombres y mujeres, que a muchas ha conducido al divorcio, a la desintegración familiar, a no tener hijos por elección, a vivir como madres solteras aun con pareja y a pagar otros costos elevados de su propia vida.
¡Es necesario que tales facturas y pagos por las conquistas de las mujeres en las oportunidades, participación e integración social, sean erradicadas!
Para concluir, manifiesto el deseo de que las mujeres, seamos promotoras del papel de la mujer en el desarrollo, centrado en los derechos humanos y la justicia social, que no es un problema exclusivo de la mujer, para refundar una sociedad factible, justa y desarrollada y así acceder a la seguridad política, social, económica, cultural y ecológica.
Las mujeres, somos seres fundamentales en las labores productivas, educativas, científicas y tecnológicas. También lo somos en las labores del hogar, en el cuidado de los hijos, de los enfermos y de los ancianos. Hoy, las mujeres, somos proveedoras, madres, padres, trabajadoras, coadyuvantes del desarrollo sostenible y, por tanto, colaboradoras de la mejora de las condiciones económicas, sociales y políticas de nuestros hogares y de nuestros países. Pero en ello, deben articularse de manera activa y vigorosa, la participación de los hombres.
Para ello, debemos empezar por nuestras casas, nuestras familias, nuestros hijos, asegurando la libertad con responsabilidad, en torno al auto respeto, al ejercicio de la sexualidad con protección, a vivir en contacto y respeto a la naturaleza y a vivir con sentido, imbuidos de esos nuevos valores, aun por reflexionar, debatir, inculcar y reconstituir, necesarios para vivir en el contexto, denominado “Globalización” o Nuevo Orden Mundial.
Las mujeres enfrentamos la necesidad de ejercer nuestro poder social, individual y colectivamente, con el concurso de los hombres y de la sociedad por entero, en la necesaria transformación de nuestras sociedades.
© Todos los derechos reservados
____________
Referencias
Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica. (1998). Directrices y guía de conceptos del CAD sobre la igualdad de hombres y mujeres. España: Cyan, Proyectos y Producciones Editoriales, S.A.
Michael Kimmel. (2015). Qué es ser un hombre en el siglo XXI. El País, 1.
Equipo de Investigación Victoria. (2209). La mujer del siglo XXI. 5 de marzo de 2016, de ESFINGE Sitio web: http://www.revistaesfinge.com/culturas/antropologia/item/626-25la-mujer-del-siglo-xxi
Pete Puterman. (2014). La igualdad de la mujer: la asignatura pendiente del siglo XXI. La RSE Global, 4.
Comments are closed.