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Autora: Investigación, dirección, producción y edición de Sonia Uberetagoyena Loredo
La condición de ser perennes, transitorios y viajeros de una sola vida, hace que el ser humano tenga por padecimiento existencial central, el mirarse como… finito,… haciendo de él, un ser sufridor de su vulnerabilidad, ante la enfermedad, la muerte súbita, la muerte antes y después de nacer, el violento y extremo comportamiento de la naturaleza, el peligro del homicidio, de la guerra,…
Teme la catástrofe, teme a la muerte, la suya, teme y sufre su finitud y… la de los suyos, la del género humano, la de la humanidad…
No le consuela ni siquiera morir acompañado de la humanidad por entero, quizá porque no sabe que es la muerte, ese destino inevitable después de vivir, aunque a veces, en ciertas condiciones la desee, lo cierto es que no logra tener la respuesta imposible, de lo que le sigue a la existencia…
Esa muerte, puede tener un preámbulo doloroso, sufriente, y,… aun así… teme que la vida termine, si es que a esa condición puede designarse… ¡vivir!… la misma vejez, es motivo de sufrimiento…
La muerte, aunque limitadamente, puede explicarse desde el punto de vista biológico… lo intolerante es tener que morir… sin comprender… humanamente…
A esta incomprensión, le acompaña la búsqueda desesperada de respuestas, desde la vida eterna, en cualquier visión religiosa, hasta disminuir la tensión de forma atea, pasando por lo irónico, lo humorístico, lo festivo,…
Ya el filósofo Epicuro, unos 200 años antes de la era cristiana, decía que para qué preocuparse de la muerte si cuando el ser humano vive, ella no está presente; mientras que cuando ella llega, él ya no está,… por lo que Platón, a través de Sócrates afirmó que la filosofía es aprender a morir, a lo cual habría que agregar: ¡aspirando a la serenidad, inmutable y permanente!…
La “fiesta” del Día de Muertos, producto del encuentro de dos mundos, el prehispánico, fundamentalmente azteca y maya, y el católico español del siglo XVI, propiciaron la fusión de su festividad para recordar a los muertos, el Día de Todos los Santos y Todas las Almas europea, con la tradición prehispánica, fijándose las fechas para homenajear la conmemoración católica con el festival similar mesoamericano, los días 1 y 2 de noviembre, que origina el actual “Día de Muertos”.
Con el “Día de Muertos”, se venera a los antepasados y a la muerte misma, para no tener miedo, para alejarla y “espantarla”, ¡cuando los espantados son los vivos! El ser humano se ha preocupado y ocupado por no sentir miedo, vencer todos sus temores, siendo el mayor, el que le tiene a la muerte. ¡Verdaderamente complicado, conflictivo, sin respuestas y sin certezas!
La muerte es el peor enemigo de la vida, se enfrentan y se confrontan, produce ansiedad, desasosiego, intranquilidad, zozobra, angustia, ansia, congoja, desazón, inquietud, preocupación, que persigue de manera incesante a la humanidad,… porque ocurre todos los días, de diferentes formas, sin respetar condición alguna, y… que de manera inevitable hay que enfrentar… Nadie se exenta de esta experiencia…
La vida y la muerte, eternas enemigas, en la que la primera siempre es vencida por la segunda, porque la muerte siempre triunfa… hace que en diversas culturas, existan diferentes manifestaciones, para no temerle. Por ello, se venera a la muerte, se le hacen fiestas y se le aleja, en la mente, en el alma, en el corazón y en el recuerdo, desde tiempos prehispánicos, desde siempre,… personificándola desde formas macabras, de manera graciosa y hasta, sublime… desde la parca, en la mitología romana y griega, con seres alados y ángeles, hasta los dioses de la muerte, en la cultura japonesa, los Shinigamis.
La muerte también ha sido vista, como el “pasar a mejor vida”, como subrayó Frida Kahlo en su diario antes de morir, “Espero alegre la salida y espero no volver jamás”. Tales afirmaciones de realidades individuales y colectivas, lamentables, hacen propicio el repensar sobre la muerte y el temor a ella, porque de esa forma se reflexiona, sobre el sentido de la vida.
Frida Kahlo, pensaba en la muerte, como aquello que no se volvería a repetir, a no sentir infinitas veces el dolor que le causó el accidente, ni el dolor que le causó Diego Rivera, etc.; como tampoco el placer que implicaba pintar o hacer el amor, …., porque ante el dolor, se prefiere y elige que la vida sea una, en su originalidad, y heterogeneidad, en su irrepetibilidad e irreversibilidad.
A decir de Wittgenstein, en su obra “Tractatus”, lo único que se puede cambiar, es la mirada, no el mundo, ni su finitud, pero en ese cambio de mirada, se cambia el mundo, dado el poderío de las ideas, de las argumentaciones, e incluso, de lo emocional e irracional. Nietzsche decía, en su Ecce homo: “Lo que no me mata me hace más fuerte”. Todo depende a través del cristal por el cual se mire. Entonces, eso que aspirábamos que ocurriese, se convierte en otra cosa, en algo que fue, que pasó, pero forma parte del presente, sin ya no lastimarnos, y tampoco, sin que nos haga bien, a pesar de todo su mal.
Sin apego a la vida, como sugieren los budistas, ¡¿se ama la vida?! ¿Si se conoce la naturaleza de la mente, es dable lograr un estado de plenitud y realización? ¿Cómo abordar, paulatinamente, la disolución que supone la muerte en los niveles físico, emocional, mental y espiritual, según el budismo? ¡Admitiendo la conexión inseparable de la muerte, con la vida, como parte de la existencia y cada pérdida, como una pequeña muerte, para crecer sin morirse!
Lo importante del temor, no es la muerte misma, sino cómo llega a cada ser, al igual que la vida misma. La sociedad disimula el dolor y la muerte, dejando a médicos, hospitales, asilos, alejados de casa y de la familia, a sus pacientes, experimentando la muerte como un fracaso, negándola, haciendo de ella, el tabú más perturbador de occidente, incluso más que el sexo, según el budista español, Zen Dokushô Villaba. El miedo a la muerte, es el miedo a la disolución del “yo”, que origina angustia, miedo y desesperación.
El miedo a morir, es esa angustia frente a la nada, según Kierkegaard, argumentando que si la muerte es nada, no hay nada que temer. Platón y Sócrates, señalan a la filosofía, como una herramienta para aprender a desapegarse del cuerpo, que permita separarse del alma, morirse, desprenderse de la dimensión material de la vida, pues se quiera o no aprender a morir, igual se va muriendo en cada segundo.
La conciencia de la muerte, no puede ser ni teórica, ni lógica, sino existencial y vivencial, pero requiere una educación emocional, que no coopere al sufrimiento, al verla desde un ángulo diferente, ¡como si nunca fuésemos a morir!, para que ello, redunde en la renuncia necesaria al eterno retorno de Federico Nietzsche, que en su obra “La gaya ciencia”, plantea que no sólo son los acontecimientos los que se repiten, sino también los pensamientos, sentimientos e ideas, vez tras vez, en una repetición infinita e incansable. ¡No necesitamos vivir como si la vida se volviese a repetir, pues tenemos la muerte! [Díaz Genis].
Parece entonces que todos los caminos, conducen a vivir en el aquí y el ahora, en este instante, que es lo único que se posee, trascendiendo, o sea, dando sentido a la vida, a través de la conciencia de la muerte, alcanzando la esperanza, entendida como posibilidad…, pues como decía Camus, en su Mito de Sísifo, nadie nos la puede quitar. Nadie es propietario de nuestra propia vida, ni el Estado, ni la pareja, ni los hijos, ni… ¡¿Quizá la muerte no es el mayor de los miedos, sino vivir…, siendo la muerte, la esperanza?!
Acaso, los prehispánicos y los españoles, crearon el sincretismo del día de muertos, para olvidarse de la muerte , como dice Joan Manuel Serrat, en una de sus canciones, en la que señala su gusto por el canto y el baile, porque le hacen olvidarse de la muerte. Para este cantautor, la vida del aquí y el ahora, se expresa en el caminar.
Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo camino. Caminante son tus huellas del camino y nada más,.. Caminante no hay camino, se hace camino al andar, al andar se hace el camino y al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar…
El día de muertos no es un día triste, sino un día para recordar, honrar y celebrar la vida, tratando de alejar lo más posible, con chistes, comida y música, a la muerte. La tradición del día de los muertos, ha sobrevivido al ataque cultural, no sólo de los españoles, sino de muchos más, de modo que podemos suponer un triunfo de esta tradición mexicana, llegando a arraigarse en nuestra cultura moderna, al ser declarada patrimonio de la humanidad, en el 2003, por la UNESCO.
El “Día de Muertos”, es un festejo inicialmente, mexicano, que también se celebra en Brasil y otras partes de Latinoamérica, en Estados Unidos de Norteamérica de un modo baldío, que abona al propósito de tranquilizarse, frente a la idea de la muerte, sabiendo que todos tenemos un tiempo, porque si nadie se muriera, si fuésemos inmortales, seriamos incapaces de afrontar una vida indefinida, sin saber qué hacer en un mundo sin muerte, porque todos nuestros valores actuales dependen de ella y no de la vida [Marcela del Río].
La Fiesta del día de Muertos, abona a tranquilizar, sabiendo que siempre hay alguien que se acuerda de los que ya terminaron su viaje por la tierra, como una forma de conservar siempre vivas a las personas que han sido queridas e importantes, reafirmando la comprensión de que la muerte, es parte de la vida.
Para algunas personas, esta festividad, puede parecerles malsana, al celebrarse con alegría, pero al ocurrir con ese sentido, actúa como mecanismo de relajación ante lo inevitable, que honra, enfáticamente, las vidas de los difuntos,… Esta fiesta, invita a:
Contentarse con lo que se tiene,… contentarse con el camino,… caminando,… olvidando la muerte, pero aspirando a “tener una buena muerte”,… morir con orgullo y a tiempo (Nietzsche), capaces de mirar la vida, dejando de lado la mala conciencia y el resentimiento, con nuevos valores, con una ética transformadora, sin negar la muerte y el sufrimiento, sino la reacción que generan esos pensamientos,… aptos para decirle ¡sí a la vida!, con todo su dolor, siendo competentes para decir ¡sí al placer!, con todo su displacer,… poniendo de acuerdo, al pensamiento y a la vida,… encontrando el sentido de ella y de la muerte [Anaximandro], desde nuestros contextos presentes e individuales de vida…
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Referencias
Andrea Díaz Genis. Nietzsche y el pensamiento de la muerte. 1/11/2017, de Henciclopedia Sitio web: https://goo.gl/YyMHq2.
La muerte y el budismo. (2 agosto 2013). La muerte y el budismo. 1/11/2017, de Historias de un practicante zen Sitio web: https://goo.gl/VOg5pU
Danielly Lara. (21 de octubre, 2013). ¿Por qué se festeja el día de los muertos? 1/11/2017, de HOGAR, MANUALIDADES Sitio web: https://goo.gl/J7M653.
Rosa María Pereda. (17 MAR 1977). ¿Qué pasaría si fuéramos inmortales? 1/11/2017, de El País Sitio web: https://goo.gl/JvMCdj.