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Integración Económica y sus formas

Autora: Investigación, dirección, producción y edición de Sonia Uberetagoyena Loredo

 

Integración Económica y sus Formas

El capitalismo ha requerido integrar regiones al ciclo de vida capitalista, mediante el mercantilismo, la internacionalización, la transnacionalización y finalmente la globalización; dado que las necesidades de reproducción y ampliación del capital, necesitan que el sistema se expanda, extensiva o intensivamente, cada vez que se observa una tendencia decreciente en la tasa media de ganancia.

En los últimos años, la economía mundial ha sufrido sustanciales cambios que están determinando el rumbo que tomará la evolución de la humanidad en el futuro, no sólo a nivel económico, sino también a nivel político, cultural, social y tecnológico; estos cambios están asociados a una tendencia llamada globalización.

La sociedad camina hacia una integración mundial, proceso que se ha visto acelerado en el siglo XX, gracias a factores como la tecnología.

La importancia del tema de la integración económica se sustenta porque prácticamente todos los países del mundo se encuentran dentro de algún sistema de integración económica, al margen del grado de perfeccionamiento del mismo[1].

Algunos autores señalan que la integración económica puede definirse como las relaciones legales o institucionales de una región en donde se realizan transacciones económicas.

Un ejemplo de integración económica es la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC más conocida por las siglas EFTA por su nombre en inglés, European Free Trade Association), organismo económico interestatal de ámbito europeo fundado en 1960 por Austria, Dinamarca, Reino Unido, Noruega, Portugal, Suecia y Suiza para la creación de un área de libre comercio entre los estados miembros. Finlandia se convirtió en miembro asociado en 1961 y pasó a ser miembro de pleno derecho en 1986; Islandia se unió en 1970. Liechtenstein lo hizo en 1991, aunque ya tenía un carácter de miembro asociado al tener una unión aduanera con Suiza.

El fin último de la EFTA era la eliminación de las barreras al comercio y la promoción de una mayor cooperación económica en Europa occidental, incluyendo la Comunidad Económica Europea (CEE). En enero de 1967 la EFTA había eliminado los aranceles internos. Sin embargo, en 1973 el Reino Unido y Dinamarca abandonaron la organización para entrar en la CEE (la actual Unión Europea). Portugal abandonó la organización por los mismos motivos en 1986, al igual que Austria, Suiza y Finlandia en 1995. Los países de la EFTA han firmado acuerdos comerciales y arancelarios individuales con la Unión Europea, y en 1991 las dos organizaciones acordaron crear un mercado común, el Espacio Económico Europeo,[2] que entraría en vigor en 1993.

La EFTA está dirigida por un consejo compuesto por un representante de cada país miembro. El consejo se reúne 3 veces al año y vigila el sistema de reducción de aranceles. Diversos comités ayudan al consejo en el desempeño de sus funciones. Su sede se encuentra en Ginebra.[3]

Otros autores definen la integración económica como las relaciones que el mercado establece entre los agentes económicos de una región determinada, lo cual se refleja principalmente en la región del Asia-Pacífico,[4] en donde si bien, hay evidencias de una fuerte integración económica, ésta no está reglamentada, ni institucionalmente reconocida, lo que dificulta una integración completa o, por lo menos, en el equilibrio entre la producción y los precios, aunque existan fuertes relaciones entre los agentes económicos.

Una tercera corriente define este concepto como las relaciones entre los agentes económicos de una región determinada, avaladas por relaciones institucionales, siendo el caso más avanzado la Unión Europea (UE), que mantiene una integración entre los entes económicos y está regida bajo un marco jurídico supranacional. [5]

La interrogante es cuál podría ser la combinación óptima entre comunidades y regiones para consolidar la integración de una área económica. Teóricamente, desde el punto de vista del mercado, puede decirse que se está integrado, cuando prevalece un precio para cada producto o factor después de descontar los costos de transportación; bajo ésta formulación el área de integración óptima, sería el mundo como un todo, pensamiento con mayor influencia después de la Segunda Guerra Mundial.[6]

Estructuralmente, la integración es un proceso mediante el cual dos o más mercados nacionales y de dimensiones poco adecuadas[7] se unen para formar uno de dimensiones más idóneas, para lo cual se requiere adecuar las estructuras nacionales, para que con el mínimo costo social se alcance el ámbito a integrar.

Se busca maximizar los beneficios y minimizar los costos de una mayor interrelación económica; que puede involucrar a un grupo de naciones de una determinada región, o de una subregión o una combinación de ambas. Por ejemplo, la integración de las naciones asiáticas, buscan lograr una mayor competitividad de sus productos, optimizando las ventajas comparativas en el mercado internacional de cada uno de los países o zonas y en el intercambio tecnológico, comercial y de inversiones.

 

Fase de integración económica del capitalismo actual

“El desarrollo de los lazos económicos internacionales y por lo tanto, el desarrollo del sistema de relaciones de la producción en el mundo, puede ocurrir de dos modos; los lazos económicos pueden desarrollarse en longitud, englobar regiones, hasta entonces ajenas al ciclo de vida capitalista y dar lugar así a un desarrollo extensivo de la economía mundial; o bien estos lazos se desarrollan con profundidad, se multiplican y se estrechan, y entonces se tiene un desarrollo intensivo en dicha economía”.[8]

El primer proceso de integración económica desde la caída del sistema medieval y de la formación de una clase burguesa (que a futuro dio paso a la clase capitalista) y la mayor integración entre las regiones, que buscaban la hegemonía comercial o productiva, consolidaría la integración de feudos y las ciudades en una nueva estructura económica, política y social: el Estado-Nación.

En esa nueva estructura, la nueva concepción sobre la riqueza, se basó en la producción y comercialización de bienes, a nivel nacional, con objeto de obtener una ganancia, la característica principal del capitalismo.

La creciente competencia interna por el mercado expandió las empresas más allá de sus fronteras, principalmente mediante el comercio -después del período mercantilista- siendo el período más intenso los siglos XVII y XVIII. En esa etapa se sentaron las bases de la actividad industrial en Europa, que fructificaron en el proceso de acumulación original y el comercio intracolonial[9], lo cual confirma que el mercantilismo sirvió para abolir las restricciones medievales y para crear Estados- nacionales más poderosos y dinámicos, que aquellos tradicionalmente feudales como España y Portugal. [10]

La revolución industrial en Inglaterra, junto con su hegemonía marítima y el número importante de colonias bajo su autoridad hicieron que ese país se convirtiera en el árbitro político y económico mundial, el cual buscaba expandir su poderío económico a otras naciones europeas. Las ideas de Adam Smith que planteaban la necesidad de Inglaterra de expandirse bajo un libre mercado confirmaron esta tendencia.

En principio, la estructura industrial se basó en la competencia perfecta,[11] donde la mayoría de las empresas del sector manufacturero participaban con una mínima fracción del mercado; y más adelante se abrió paso la creación de estructuras más complejas en las que las economías de escala y la innovación tecnológica, conformaron industrias oligopólicas.

La acumulación del capital, el aumento del ingreso real, el progreso tecnológico en la industria, la agricultura, las comunicaciones y la organización del capital financiero, que a lo largo de un siglo (1770-1870), se habían incorporado al proceso de la revolución industrial, más el aumento de la población a nivel mundial, son los factores más importantes para explicar las corrientes crecientes de capitales y mercancías[12]. Debido a estos surgió una época en la que bajo, los auspicios de Inglaterra se pasó gradualmente del mercantilismo a la era del librecambismo, como reacción a las trabas comerciales inducidas durante el período mercantilista. Esta corriente se fue expandiendo paulatinamente por Europa y por el mundo entero.

La máxima expansión del librecambismo se da en 1860-1880. El Tratado franco-británico Cobden-Chevalier[13] en 1860 y los subsiguientes redujeron fuertemente  sus medidas arancelarias (extensibles al resto del mundo a través de la Cláusula de Nación Más Favorecida), propiciando algo parecido a una integración económica internacional, pero sobre pilares poco firmes ya que prevalecía el poder colonial de las potencias industriales europeas sobre otras naciones y diferentes niveles de desarrollo entre los países.[14] Como lo mencionan diferentes autores (Bujarin, Mandel, Lenin), esta corriente generada al final de siglo XIX y principios del XX, permitió al capitalismo experimentar una fuerte expansión comercial y de exportación de capitales, proceso al que algunos teóricos denominaron internacionalización.

Esta corriente empezó a decaer desde 1870, al abrirse el debate sobre el librecambismo y el proteccionismo, incluso en Reino Unido hubo movimientos para sustituir el libre comercio (free trade), por el comercio justo (fair trade), sobre una base de reciprocidad y pensando cada vez en un sistema de preferencias imperiales. Varios países europeos adoptaron políticas arancelarias más proteccionistas (Alemania en 1879 y  Francia en 1880), con el fin de poder desarrollar sus propias industrias frente a la competencia británica.

Esta época, caracterizada por el reparto de los últimos espacios “vacíos”, sin soberanía internacional reconocida; le imprimió significado al Congreso de Berlín de 1886, y consecuentemente la distribución de África entre las potencias europeas, que ante la imposibilidad de distribuir amistosamente las nuevas ampliaciones de los mercados coloniales reservados, o de las áreas de influencia, junto con otros factores no de menor importancia, llevaron al mundo occidental al inicio de la Primera Guerra Mundial.[15]

Durante el período entre guerras la economía internacional y el comercio mundial se caracterizó por un proteccionismo excesivo, bajo la consigna de autarquía y bilateralismo económico, que obstaculizaban el comercio mediante controles de cambio, devaluaciones competitivas, inconvertibilidad de monedas como obstáculos en los pagos internacionales, así como el deterioro y la casi desaparición de los mecanismos de crédito internacional.

El proteccionismo aunado a oros factores de carácter político e ideológico, fueron los principales generadores de la Segunda Guerra Mundial, en un escenario en que las potencias del Eje planteaban la necesidad de expandir su poderío económico y territorial. No fue gratuito que dos de los países que conformaban el Eje habían sido países con un desarrollo económico reciente e impresionante, quienes necesitaban expandir su territorio, pero también y de manera más importante, su hegemonía económica[16].

El fin de la Segunda Guerra Mundial abrió el camino a una integración mayor: el multilateralismo. y también a la conformación de dos hegemonías económicas, políticas y militares: EUA y la URSS, con dos sistemas económicos opuestos. Ambas potencias buscaban una mayor integración de naciones a su sistema económico, creando con esto la pauta para la conformación de dos bloques que les permitirían tener una mayor hegemonía a nivel mundial. Desde esa época hasta finales de la década pasada, la economía mundial se enfrentó a dos procesos que en la actualidad, con la caída del sistema económico instrumentado por la URSS y por los países del bloque llamado socialista, han cobrado mayor vigencia: la globalización y la regionalización.

Queda claro entonces que el capitalismo como tal, ha necesitado integrar regiones al ciclo de vida capitalista, ya fuera mediante el mercantilismo, la internacionalización, la transnacionalización y finalmente la globalización; dado que las necesidades de reproducción y ampliación del capital, necesitan que el sistema se expanda, extensivamente o intensivamente.[17]

Los avances tecnológicos, las economías a escala y las ventajas comparativas han propiciado la necesidad de que el capitalismo genere nuevos mercados para su supervivencia, principalmente cada vez que se observa una tendencia decreciente en la tasa media de ganancia.[18].

 

Resultados del Multilateralismo

En el desenvolvimiento de la economía internacional durante los más de 50 años transcurridos desde el fin de la Segunda Guerra mundial, el multilateralismo comercial arroja como saldo avances sustanciales o parciales en algunas áreas, o bien distintos niveles de deterioro, y problemas nuevos o viejos cuya permanencia o acentuación ocupa un lugar importante en los debates actuales sobre el comercio internacional.

La construcción del orden internacional de posguerra se definió por dos elementos centrales: las profundas fracturas provocadas tanto por la gran depresión como la guerra y, la hegemonía económica indiscutida con que EEUU emerge de la guerra, confluyendo el contenido de los acuerdos de Bretton Woods y los rasgos principales del GATT.

Así, con el dólar actuando como moneda internacional y con el funcionamiento de los organismos internacionales concentradores de la definición de los temas de negociación y de toma de decisiones, dio inicio un largo proceso de internacionalización, en el cual el dinamismo de las relaciones económicas internacionales se mantuvo a pesar de la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods de los años setenta.

En efecto, a partir de la declaración de inconvertibilidad del dólar, del paso a un sistema de paridades flexibles y del arranque de una etapa de fuerte movimiento cíclico, de profundos desequilibrios y de multiplicación de problemas de todo orden en la economía mundial, el proceso de internacionalización incluso se aceleró, empujado por una búsqueda de nuevos ámbitos de colocación de capitales y mercancías, por recrudecimiento de la competencia a todos los niveles y por un crecimiento exponencial de los flujos financieros internacionales.[19]

La reactivación inicial y el sostenido crecimiento posterior del comercio internacional, se apoyó en los compromisos multilaterales asumidos en el GATT, particularmente por la disminución de aranceles. Un ejemplo de ello es que los aranceles sobre bienes manufacturados, que en países industrializados eran de 40% al crearse el GATT, con los acuerdos de la Ronda Uruguay pasaron a 4%. Así también, tan sólo como resultado de dicha Ronda, los aranceles medios de los totales de comercio exterior disminuyeron de 6.3% a 3.9% en los países desarrollados, de 15.3% a 12.3% en los países en desarrollo y de 8.6% a 6.0% en las «economías en transición».

Esas fuertes disminuciones, se posibilitaron, en buena medida, por:

  • El patrón intraindustrial de comercio prevaleciente, sobre todo entre los flujos de países centrales, hace más fácil asumir la disminución arancelaria para esos países –dado que los costos y beneficios de los menores aranceles se compensan en un alto grado en el interior de cada uno de ellos–.
  • El predominio de un patrón interindustrial en la mayor parte del comercio en los países atrasados, incluidos los de América Latina.

Sin embargo, hay que recordar que las más notables excepciones a la disminución generalizada de aranceles, se han dado en productos en los cuales los países atrasados son importantes exportadores, como es el caso de los alimentos y los textiles, en los que la larga vigencia del Acuerdo Multifibras, reemplazado por el Acuerdo sobre los Textiles y el Vestido de la OMC, mantiene hasta el año 2005 distintos tipos de restricciones a las exportaciones procedentes de los países en desarrollo.

Asimismo habría que reiterar que el avance arancelario logrado se ha acompañado de tendencias de sentido contrario, de las cuales la más importante es el incremento de las medidas no arancelarias (MNA) que tomaron fuerza sobre todo a partir de los años ochenta, que la práctica de aplicarlas ha estado claramente encabezada por los países desarrollados, y que una parte importante de ellas ha tenido como destinatarios a los países atrasados, lo cual basta para interrogarse sobre la pertinencia del proceso de apertura acelerada y unilateral a que han sido sometidas las economías atrasadas, pues dicho proceso ha implicado una extrema reducción de la capacidad para definir los contenidos y direcciones del comercio exterior, paralela a la capacidad que mantienen e incluso se acrecienta en los países centrales, acentuándose así la tensión entre el multilateralismo y la aplicación unilateral de políticas comerciales.

Como resultado de la Ronda Uruguay, en distintos acuerdos incorporados en su Acta Final se establecieron compromisos de disminución de MNA (en el Protocolo de la Ronda Uruguay, en el Acuerdo sobre la Agricultura, en el Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias y en el acuerdo que norma la aplicación de medidas antidumping, entre otros), que en lo general tienden a su arancelización y posterior disminución de los aranceles, a pesar de lo cual las MNA siguen siendo un instrumento unilateral ampliamente usado para la protección de la producción nacional.

A ello se agrega el desacuerdo en el tema agrícola en la Ronda Uruguay, que gira principalmente en torno de las subvenciones europeas hacia sus productores agrícolas y a la exigencia estadounidense –apoyada por el grupo CAIRNS– de reducir dichas subvenciones.

Por otra parte, y como es sabido, en Seattle se dejó sentir con fuerza la inconformidad acumulada en muy amplios sectores ante los rumbos hasta ahora seguidos por el proceso de globalización y ante el papel que en la definición de esos rumbos han venido jugando organismos como la OMC, tales como las protestas callejeras de distintas ONGs y sectores sindicales estadounidenses, así como el hecho de que la llamada «Batalla de Seattle» ha sido seguida por episodios semejantes en Davos, Washington y Bangkok.

 

Formación y Consolidación de Bloques Económicos

Desde el fin de la posguerra, los acuerdos regionales en el comercio internacional, han sido un acompañante permanente en la liberación multilateral del comercio, con un ritmo variable de creación y desarrollo en los últimos cincuenta años, pero acelerado significativamente en años recientes, a partir de los primeros pasos dados por los países europeos (y muy poco después, por los latinoamericanos).

En los últimos cincuenta años se han firmado un total superior a los 280 acuerdos comerciales –de los cuales alrededor de la mitad está actualmente vigente–, con más de 140 de ellos firmados solamente en los años noventa [OMC 1999 y 2000], de tal manera que en la actualidad todos los países miembros de la OMC son signatarios de al menos uno de esos acuerdos.

Lo anterior se ha traducido en que la mayor parte del volumen total de comercio internacional ha ido correspondiendo a comercio preferencial, que a nivel mundial ascendió a 42% en el periodo 1993-97 promedio, concurriendo un abanico de situaciones que va de la Unión Europea, donde 70% del comercio es preferencial, hasta Asia Oceanía con tan sólo un 3%. En general los mayores porcentajes de comercio preferencial se dan en el comercio de productos agrícolas, lo cual se corresponde con que la liberalización multilateral ha avanzado relativamente más en el comercio de productos industriales.

En relación a la formación de regiones, desde la aparición misma de las Comunidades Europeas se ha venido discutiendo el impacto positivo o negativo que la regionalización tiene sobre el conjunto del comercio internacional y sobre el avance de la liberalización multilateral. El debate ha continuado, e incluso se ha acentuado por la multiplicación de acuerdos ocurrida, y en él se ha retomado la distinción vineriana entre «creación» y «desviación» de comercio y en parte ha incorporado la tesis sobre «regionalismo abierto». En dichas tesis, que han sido aceptadas y activamente utilizadas en los análisis sobre la integración latinoamericana, se retoma con toda fuerza el principio de que los acuerdos deberían constituir un paso intermedio hacia la liberalización multilateral, lo cual evidentemente no se corresponde ni con el estado actual ni con los objetivos presentes en la integración europea.

Maurice Schiff[20], en el interés de distinguir entre los acuerdos para crear zonas de libre comercio y aquellos que implican la creación de una Unión Aduanera, estima que de 9 acuerdos por cada Unión Aduanera, se observa que en los acuerdos «Sur-Sur» hay una mayor presencia relativa de las Uniones Aduaneras, en tanto que la tendencia a crear zonas de libre comercio está claramente concentrada en acuerdos «Norte-Sur».

Vinculado a dicho debate, existen distintos análisis en los cuales se cuestionan las ventajas de que los países atrasados avancen tanto en la firma de acuerdos entre ellos como con los países desarrollados. En tal sentido, por ejemplo, llaman la atención las siguientes conclusiones presentes en dos documentos del Banco Mundial, el primero referido a las ventajas de los acuerdos «Sur-Sur» y el segundo a los acuerdos «Norte-Sur»:

  • «La idea central es que los pequeños países deben tener relativamente poco que ganar de un acercamiento bilateral (o preferencial) para negociaciones comerciales, debido a que su capacidad negociadora es relativamente pequeña… Desde la perspectiva del poder negociador, el único caso donde las ganancias potenciales para pequeños países pueden ser mayores en un acuerdo bilateral, es cuando la contraparte es también un pequeño país.»[21]
  • «… nuestra principal conclusión es que hay razones económicas para pensar que un Tratado de Libre Comercio entre países en desarrollo lleva hacia una divergencia de sus niveles de ingreso, con los países más ricos beneficiándose a expensas de los más pobres. Sin embargo, los Tratados de Libre Comercio que contienen miembros con altos ingresos están más cerca de llevar hacia la convergencia de los niveles de ingreso.»[22]

Mas allá del tipo de acuerdos firmados tanto en el periodo reciente como a lo largo de los últimos 50 años, lo cierto es que la puesta en marcha y/o la revitalización de los más importantes de ellos, y en particular de los «megabloques», se ha dado en momentos de deterioro del multilateralismo. Desde esa perspectiva, es posible identificar los siguientes momentos:

  • Por una parte, el inicio mismo del período de posguerra, momento en el cual arranca la integración europea con la creación de las primeras tres comunidades.

Si bien el conjunto de motivaciones internas que llevaron al inicio del proceso, fueron de carácter económico y sobre todo político, también influyó el deterioro generalizado que estaba presente en las relaciones económicas internacionales, y algo semejante puede decirse de los primeros esfuerzos latinoamericanos de integración, que empezaron a planearse en aquella época de reconstrucción aún incipiente del sistema de comercio internacional.

  • Un segundo momento corresponde a los años 80 e inicios de los 90, y en los que se producen dos avances importantes en el desarrollo de los bloques: el llamado «relanzamiento europeo» que se comienza a concretar desde la segunda mitad de los ochenta y, a fines de esa década la presentación de la «Iniciativa Bush para las Américas», avances éstos a los cuales cabe agregar la formación a comienzos de los noventa del Mercosur.

También en este caso, a los motivos de carácter interno –y, para la Iniciativa Bush, a la necesidad de reaccionar ante el relanzamiento europeo– se agregó el deterioro del multilateralismo reflejado en la multiplicación de MNA, en la acentuación del bilateralismo y en los problemas de la Ronda Uruguay que alcanzaron su máximo en los primeros años noventa.

Un tema que merece especial atención, es el tratamiento que los países en desarrollo reciben por parte de los países avanzados, tanto en los acuerdos «Norte-Sur» como en el interior del GATT/OMC. Si bien en los inicios del GATT los países atrasados recibían en las negociaciones el mismo trato que los demás, el ingreso en los años 50 de nuevos miembros que recientemente habían obtenido su independencia empujó a la discusión del tema, iniciándose desde mediados de esa década la incorporación en el articulado del GATT de lo que se ha llamado «Tratamiento especial y diferenciado» hacia los países atrasados (en los artículos XVIII, XVI:4 y XXVIII bis), a través del cual dichos países tenían una mayor flexibilidad (en comparación con los demás miembros del Acuerdo) para aplicar subsidios a la exportación y restricciones a la importación.

Pero a partir del reclamo de los países atrasados respecto de las condiciones existentes para que sus exportaciones pudiesen penetrar en el mercado de los países desarrollados, se incorporó al GATT la parte cuatro, «Comercio y Desarrollo», creándose a continuación el «Comité de Comercio y Desarrollo» para supervisar su aplicación, a lo cual se sumó la autorización emanada del GATT para que los países desarrollados pudiesen aplicar un «Sistema Generalizado de Preferencias» (SGP) a favor de los países atrasados, así como el establecimiento en 1979 de la «Cláusula de Habilitación» a través de la cual el «Tratamiento especial y diferenciado», con sus distintos componentes, quedó en definitiva incorporado como elemento central del funcionamiento del GATT.

Durante los años recientes se han multiplicado las críticas al «tratamiento especial y diferenciado», en virtud de los pobres resultados obtenidos con dicho tratamiento, pues no hubo un mejoramiento significativo de sus capacidades exportadoras ni, en general, una mejor inserción de ellos en los canales del comercio internacional, incluso lo que ha ocurrido es una creciente marginación, acompañada –o empujada– por deterioros sustanciales en la relación de precios de intercambio.

Al amparo de esas posiciones, ya desde los años ochenta –y, en lo que respecta al GATT/OMC, desde la Ronda Uruguay– el criterio de preferencialidad ha ido siendo reemplazado por el de reciprocidad, lo que se ha visto reflejado tanto en los distintos acuerdos con que concluyó la Ronda Uruguay, como en una disminución de la importancia relativa de comercio realizado al amparo del SGP.

El criterio de «trato igual» hacia los países atrasados se ha ido imponiendo no sólo al interior del GATT sino en el conjunto de las relaciones entre el Norte y el Sur, incluidos los acuerdos de distinto tipo que en los últimos años se han venido firmando entre países desarrollados y atrasados, y ello ha ocurrido con la aceptación pasiva –cuando no con la activa aprobación– de los gobiernos de muchos de estos países, en correspondencia con las estrategias y principios más generales que ellos han venido aplicando en el propio funcionamiento interno de sus economías. Así, la ausencia de medidas que se correspondan con las disparidades de desarrollo existentes entre las contrapartes, ha pasado a ser un rasgo generalizado de los distintos tratados de comercio y de inversión –e incluso de aquellos firmados entre países atrasados– y, en la misma dirección, se ha venido produciendo lo que en un reciente informe del Secretario de la UNCTAD[23] se califica como «la atrofia de la ayuda oficial para el desarrollo (AOD) y una considerable ralentización del crédito de las instituciones financieras»

En ese mismo informe de la UNCTAD se entregan cifras según las cuales la AOD desde hace ya varios años ha venido disminuyendo en términos nominales y reales, pasando de representar el 0.33% del PIB de los países donantes en 1990, a representar el 0.22% en 1997, porcentajes ambos que están muy por debajo del 0.8% que en los años 70 se planteó como objetivo en el seno de las Naciones Unidas, y todo ello con el agravante adicional de que las disminuciones han sido particularmente agudas para los países más atrasados.

Todo ello, plantea un escenario internacional del todo inadecuado para arrancar de él las condiciones mínimas que permitan hacer frente internamente a los múltiples y graves problemas que hoy están presentes en los países atrasados, y obliga a poner en el orden del día una profunda redefinición de los principios que hoy guían el orden internacional y las relaciones «Norte-Sur».

 

 

 

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Fuente:

UBERETAGOYENA Loredo, Sonia. ECONOMÍA INTERNACIONAL (Una Propuesta Didáctica para Licenciatura (Tesis de Maestría). TERCERA  PARTE: Propuesta Didáctica. Análisis Empírico. VII. Integración Económica. 1 Formas de Integración Económica. Pp. 257-267.

 

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Referencias

[1] Tamames, Ramón. Estructura Económica Internacional, Editorial Patria, México 1991. Pág. 192.

[2] Cuando comenzaron en 1990 las negociaciones formales sobre el Espacio Económico Europeo (EEE), su creación fue considerada, al menos por la Comunidad Europea, como alternativa a la plena adhesión a la CEE, no sólo para los países de la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), sino también para los países de Europa Central y Oriental (PECO). Sin embargo, el hecho de que la mayor parte de los Estados de la AELC solicitaran a la postre la adhesión a la Unión Europea, a pesar de contar con todos los beneficios del Acuerdo EEE, era un mensaje claro también para los países asociados de Europa Central y Oriental, que no han cesado de insistir en que la adhesión de la UE es uno de los elementos más importantes de sus políticas de reforma. Dado que los nuevos miembros de la UE automáticamente serán miembros del Espacio Económico Europeo, la ampliación próxima de la UE también tendrá repercusiones sobre el Acuerdo EEE. Aunque las negociaciones de adhesión con el primer grupo de candidatos (Polonia, Hungría, República Checa, Eslovenia, Estonia y Chipre) estén aún en su fase inicial, la perspectiva de la ampliación al este plantea la cuestión de su impacto sobre la economía y el comercio de los restantes miembros AELC del EEE, y, en general, sobre el funcionamiento y el lugar futuro que ocupará el Acuerdo EEE en la integración europea.

[3] «Asociación Europea de Libre Comercio» Enciclopedia Microsoft® Encarta® en línea 2002 http://encarta.msn.es © 1997-2002 Microsoft Corporation. Reservados todos los derechos.

[4] La región Asia-Pacífico tiene como países participantes a: Australia, China, Corea, Hong Kong, Japón, Malasia, Tailandia, Taiwán y Singapur.

[5] Op cit, Tamames, Ramón, Pág. 191- 204.

[6] Garnaut, Ross y Drysdale Peter, Asia Pacific Regionalism, Editorial Harper Educational Australia 1994, Pág. 13.

[7] El término poco adecuado hace referencia a los altos costos de producción de los bienes, los cuales al ser producidos en ciertas regiones o países, individualmente, elevan sus costos y los hacen en ocasiones no competitivos. Sólo el marco político jurídico nacional o regional permite que estos productos tengan una competitividad al interior de ese mercado. En la actualidad la eliminación de barreras al comercio ha reflejado la baja competitividad de algunos productos en todas las economías del mundo.

[8] Bujarin, Nicolai I., La economía mundial y el imperialismo, Cuadernos pasado y presente # 21, 7 México 1981, Siglo XXI Pág. 45.

[9] Fajnzylber, Fernando y Martínez Tarrago Trinidad, Las empresas transnacionales; expansión a nivel mundial y proyecciones de la industria mexicana, Editorial FCE, México 1976, pag 17.

[10] Roll, Eric, Historia  de las doctrinas económicas, Editorial FCE, México 1967, pag, 77 y 78

[11] Adam Smith planteaba que para lograr una mayor riqueza nacional, los agentes económicos no deberían encontrar obstáculos en sus acciones, es decir, debería dejarse actuar libremente a la mano invisible del mercado.

[12]  Op cit, Fajnzylber, Fernando, pag 17.

[13] Dos siglos después de la publicación de La riqueza de las naciones, las políticas de los gobiernos han oscilado en su grado de liberalismo, y las doctrinas liberales han influido en la opinión pública con mayor o menor intensidad. La obra de Smith provocó que los gobiernos fueran suprimiendo obstáculos al comercio interior y exterior, proceso que culminó en la década 1860-1870. En el primer año se firmó el tratado de comercio entre Francia e Inglaterra, el tratado Cobden-Chevalier, en los años siguientes, las demás naciones siguieron, en general, el ejemplo de estos dos países. A partir de 1870, la corriente se invirtió, las trabas al comercio internacional fueron haciéndose cada vez mayores; las trabas al comercio interior de los estados siguieron un movimiento paralelo. A partir del final de la II Guerra, en 1945, la corriente volvía a cambiar de sentido: se creó el GATT (General Agreement on Tariffs and Trade) y los obstáculos al comercio internacional se fueron reduciendo, aunque con poca decisión, lo mismo ocurrió con las trabas al comercio internacional.

[14] Op cit, Tamames, Ramón, pag 33-34.

[15] Op cit, Tamames, Ramón, pag 37.

[16] Hasta la mitad de este siglo la hegemonía económica estaba fuertemente relacionada con la hegemonía política y territorial, por lo que para expandir su hegemonía económica era condición la expansión del territorio y por lo tanto establecer una hegemonía política. Hasta ese periodo el capitalismo estuvo básicamente influenciado en la producción de bienes altamente dependientes de los recursos naturales.

[17]  Op cit, Bujarin, Nicolai I.  pag 45.

[18]  Marx, Karl, El Capital Tomo III, Editorial FCE. México 1987. pag 34.

[19] La Formación de Bloques y los Avatares del Multilateralismo. JAIME ESTAY. http://www.redem.buap.mx/semestay.htm.

[20] Maurice Schiff (2000) Multilateral Trade Liberalization, Political Disintegration, and the Chice of Free Trade Agreements versus Customs Unions, Banco Mundial, internet, mayo.

[21] Grether Jean-Marie y Marcelo Olearraga [1998: 20]). Preferential and non-preferential trade flows in Worls Trade, OMC, La Formación de Bloques y los Avatares del Multilateralismo. JAIME ESTAY. http://www.redem.buap.mx/semestay.htm.

[22] (Venables [1999]). Regional Integration Agreements: a force for convergence or divergence? Documento preparado para la Conferencia del Banco Mundial sobre economías en desarrollo en junio 1999. La Formación de Bloques y los Avatares del Multilateralismo. JAIME ESTAY. http://www.redem.buap.mx/semestay.htm.

[23] Ricupero, Rubens (2000) Más allá de la unificación de los mercados: una comunidad universal de conocimientos compartidos y cooperación en pro de la seguridad y el desarrollo. Algunas reflexiones personales, Informe del Secretario General de la UNCTAD a la X UNCTAD. http://www.redem.buap.mx/semestay.htm.

 

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