*Investigación y producción de Sonia Uberetagoyena Loredo
El cine ha venido abordando la inquietud insondable de los seres humanos, el estremecimiento profundo por el espacio tiempo, por los objetos “cuatridimensionales”, que percibe de manera esotérica.
Esta probado que la existencia de una dimensión temporal y tres espaciales se debe a la forma en que la gravedad actúa. En la teoría de la relatividad general, Albert Einstein planteó un Universo en el que la atracción gravitatoria nace de la curvatura provocada por la masa en el espacio-tiempo. Por ello, los habitantes del planeta Tierra no se atraen entre sí, por lo que se mantienen en el suelo y pueden construir edificaciones, que han llevado a muchas ciudades, a un urbanismo salvaje.
Si el tiempo fuera bidimensional, sería posible viajar al pasado y al futuro, como en un espacio plano, perdiéndose el principio de causalidad al que estamos sujetos, de manera que si el universo tuviese exclusivamente dos dimensiones y la forma de una argolla, se tendría que dar un rodeo para ir de un punto interno de la argolla a otro punto situado enfrente. Pero, si uno fuese capaz de viajar en la tercera dimensión, podría recortar su recorrido, en línea recta.
Kal-El, “Hombre de Acero”, nace por parto natural en Krypton, suceso no ocurrido desde hace miles de años atrás en dicho planeta. los Kryptonitas persiguen el propósito de terraformación, es decir, la búsqueda de otro lugar cósmico con aire y clima apropiados, así como la existencia de agua líquida, que convierta a los engendrados en cápsulas, en seres acondicionados para habitar otros planetas, al portar un “códice de crecimiento”, que se activa cuando aterrizan y exploran alguna área. Kal-El viaja en el espacio y en el tiempo, en la irrealidad de la linealidad, porque su arribo es inmediato, como se hace en el plano espacio y por ello pierde el principio de causalidad, al que estamos sujetos, en el Universo. Ésta pérdida es lo que marcará su vida, hasta el encuentro, consigo mismo.
El propósito eugenésico de los kryptonitas, para mejorar sus rasgos hereditarios mediante diversas formas de intervención manipulada y métodos selectivos, estuvo vigorosamente enraizado en la ideología nazi, para depurar o mejorar la especie humana, del que deriva el darwinismo social cuya influencia en países imperialistas, a finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX, fue enorme.
Por tanto, no es sorprendente que el cómic de superman (súper-hombre) y que el filme de ciencia-ficción del “Hombre de Acero”, dirigida por Zack Snyder y producida por Christopher Nolan, sea una producción norteamericana. Krypton puede identificarse con la organización Lebensborn (“fuente de vida”) creada en la Alemania nazi, por el líder de la SS Heinrich Himmler quien ejecutó el mandato de matar sistemáticamente a millones de judíos, polacos, gitanos, homosexuales, comunistas, testigos de Jehová, enfermos mentales, jesuitas, entre otros, muchos de los cuales fueron usados en experimentos de moral trastocada.
Ésta idea nazi y del darwinismo social es mesiánica e infinita, como lo es también la ficción de los engendrados en cápsulas, portadores de un “códice de crecimiento” de los kryptonitas a fin de mejorar sus rasgos hereditarios, puestos al servicio de la emigración y la conquista planetaria.
El nacimiento de un niño normal inspira un sentimiento de plenitud y bienestar en los padres, no sólo por la creación de otro ser, sino porque los padres se “reproducen” a sí mismos cuando traen un hijo al mundo. El científico Albert Einstein, ya señalaba “Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro”. El nacimiento de un niño es quizás el acto más sublime al que podemos asistir. “Un hombre debe buscar lo que es y no lo que cree que debería ser” [Albert Einstein].
Al inicio del filme, se presencia el parto natural de un bebé, de Kal-El. Ese nacimiento es ante todo un proceso natural, una experiencia íntima e intensa. Una mujer sana que da a luz espontáneamente, realiza una labor que no puede ser mejorada. La llegada a la vida de Kal reafirma el interés por recuperar la confianza en el propio proceso y comprender la conexión interna con el cuerpo y con el ser que va a nacer. Es el deseo profundamente amoroso de garantizar la trascendencia de la familia y de la sobrevivencia de la humanidad. La vida como valor supremo.
Jor-El, un kryptonita, comprende esa labor inmejorable. Él es el padre biológico de Kal-El. Ese amor intenso que le guarda a su hijo, lo motiva a informar al Consejo Kryptoniano que se ha roto la estabilidad del núcleo del planeta Krypton, por lo que es urgente buscar en otras partes del Universo donde asentarse, como hicieron sus antepasados y solicita el control del códice para salvaguardar la raza kryptoniana, pero su petición es denegada por los rígidos miembros del Consejo, sufriendo al mismo tiempo un golpe de Estado por el General Zod y sus hombres, en el que Jor-El es asesinado por Zod y quien se encuentra resuelto a exterminar las líneas sanguíneas que los han llevado a esa situación y a liderar Krypton.
Pero el golpe de Estado y la toma del poder político por parte de Zod, no se consuma. Zod, Faora y los demás golpistas, son acusados de alta traición y asesinato, siendo condenados a 300 ciclos de acondicionamiento somático en congelamiento y presos en una nave en la zona fantasma. Para Zod, el nacimiento natural de Kal-El es una herejía, por lo que al ser lanzado al espacio y arribar a un planeta, donde será como un Dios, promete encontrarlo, para reclamar lo que cree que es suyo. Poco después Krypton explota, en medio de lava y fuego. Las últimas palabras de Lara son para su hijo Kal-El, a quien le desea construir un mundo mejor que el de ese planeta.
La cosmonave de Kal, impulsada por un motor fantasma, alcanza la Tierra casi de inmediato y cae en una granja en Kansas, en Estados Unidos. Kal, el alienígena, es adoptado y criado por una pareja como suyo, con el nombre de Clark, quien a pesar del profundo amor, consideración y cuidados que le prodigaron, sufre de una crisis de pánico a la edad de 7 u 8 años, estando en el colegio, cuando repara en que él es capaz de ver a través en las personas sus músculos, sus huesos, sus órganos y puede escuchar lo más imperceptible a su alrededor. Se percata también que cuando se enfada, emite rayos de calor. Martha, la madre de Clark corre por él al colegio, quien la abraza, porque su hijo siente que el mundo es muy grande, y ella, con profundo amor, le enseña a “hacerlo pequeño”, pero Clark está desesperado, ¡no entiende lo que le pasa!
Ya Charles Baudelaire, decía “¡Ah qué grande es el mundo a la luz de las lámparas! ¡Y qué pequeño es a los ojos del recuerdo!”. Es la falta de recuerdos lo que más puede angustiar a un ser humano o que se ha humanizado. Es la carencia de recuerdos en Kal o Clark, lo que determina su falta de entendimiento, lo que le impide entender sus poderes sobrehumanos.
¡No tiene recuerdos, ni siquiera de los primeros años de infancia! ¡Desconoce hasta los hechos más insignificantes de su vida! Cuando su padre terrestre, Jonathan Kent, afanosamente le muestra la nave espacial, oculta en el granero, en la cual fue enviado y encontrado por él y su madre, le informa que está hecha de un metal cuya composición química no está en la tabla periódica y le sugiere que en un futuro él, Clark, sabrá a que destinar su vida, porque él es la confirmación de que no están solos en el universo. También le ordena que sus poderes se guarden en secreto, porque la gente teme lo que no comprende.
Clark se entristece. Él solo quiere ser su hijo y Jonathan le dice que lo es, pero que en algún sitio tiene otros padres que lo procrearon y que le dio otro nombre, enviándolo a la Tierra por alguna razón, que merece descubrir el propio Clark, aunque le lleve toda la vida. Clark experimenta la realidad de un hijo adoptado, con la que tendrá que convivir toda la vida. Creerse abandonado genera, desde la infancia, sentimientos de vacío, culpa, ruptura en la historia personal y múltiples interrogantes. Ello invita a reflexionar la enorme diferencia entre ser madre y padre y, progenitores.
La diferencia es enorme. Los Padres han compartido la existencia con el hijo, mientras que los progenitores no, en la mayoría de los casos.
¡Qué paradoja, Clark, pese a sus poderes sobrehumanos, padece de sentimiento de inferioridad y desvalorización, poca confianza en sí mismo, baja autoestima; sentimiento de pérdida! ¡Necesita entender y entenderse, aceptarse, necesita superar y elaborar el duelo de la perdida! ¡Requiere construir su propia identidad y el sentimiento de pertenencia a la familia![1] Adopción y abandono son dos realidades indisociables[2], que se manifiestan sensiblemente, en las que la cura, sólo es posible cuando el hijo está determinado a lograrla.
Cuando Kal o Clark lleva la aeronave espacial hasta una zona despejada del Ártico y se encuentra con el holograma o reflejo de la consciencia de su padre Kryptonita, Jor-El, éste informa a Clark que procede del planeta Krypton, que esa nave es una de las miles que se enviaron al Universo durante la era de exploración y expansión de ese planeta; que él es muy diferente porque sus células absorben la radiación solar y la transforman, y que la atmósfera de la Tierra es más ligera y más rica que la de Krypton; que Kal es una nueva esperanza; que es tan hijo de la Tierra como de Krypton, y que puede guiar a los habitantes de ese mundo a lo más alto y darles esperanza, que es lo que significa el símbolo en el pecho del traje kryptoniano azul con capa roja, que le muestra.
Jor-El le dice a Kal-El, que se ha hecho más fuerte en la Tierra de lo que imaginó, que debe seguir poniendo a prueba sus límites. “Darás a los habitantes de la Tierra un ideal por el que luchar. Se apresurarán a seguirte, tropezarán, caerán. Pero con el tiempo, se unirán a ti en el Sol, Kal. Con el tiempo les ayudarás a lograr grandes proezas”, le augura su padre Kryptonita.
El mensaje de Jor-El a Kal, es mesiánico, pues la idea de que Kal o Clark puede cambiar el desarrollo de los habitantes y, por tanto, de la sociedad del Planeta Tierra, pues su llegada de éste “salvador” (S = Superman = Salvador) o héroe de cómic, corresponde el establecimiento de un nuevo orden que dará origen, quizá a un mundo utópico.
El humanizado Kal, siente alivio con el encuentro del holograma de su padre en la astronave; construye y reconstruye la historia de su origen, al explicarle Jor-El sus poderes en la Tierra, con lo que decide la misión de su existencia. Sólo requería que su padre Kryptonita le repitiera, lo que ya le habían dicho sus padres adoptivos (Jonathan y Martha). En esa decisión, juega un papel fundamental el amor que le inspira Lois Lane, quien decide no revelar su secreto… El amor entre ella y él, es lo que le da el impulso para enfrentar su realidad.
Kal o Clark rememora cuando siendo un niño de 13 años, empuja el autobús y lo saca del agua para salvar a sus compañeros de morir ahogados al caer al río por un puente; evoca cómo salva a los tripulantes de un barco pesquero del incendio, provocado por una plataforma petrolífera. El hombre no ha sabido organizar un mundo para sí mismo y es un extraño en el mundo que él mismo ha creado [Carrel, Alexis]. Es curioso que podamos predecir con siglos de antelación el recorrido de las estrellas más lejanas y, en cambio, no seamos capaces de saber cómo soplará mañana el viento en nuestro pequeño planeta [Spoerl, Heinrich].
Así Kal o Clark sale de la nave, en la que fue encontrado y adoptado por Jonathan[3] y Martha[4], quien literalmente les cayó del cielo, encontrando la misión importante que un sacerdote les augurara al acudir a una iglesia para pedir consuelo, al no lograr tener hijos. El sacerdote les había animado al narrarles que los grandes profetas de la Biblia también habían tenido problemas para tener hijos, que los habían procreado ya mayores y que seguramente Dios al ver su sufrimiento, tenía un cometido para ellos.
Kal o Clark, con su traje puesto y caminando con decisión y serenidad, mira al cielo y, después de varios intentos, consigue volar dándole la vuelta a la Tierra en pocos minutos, saliendo incluso al espacio y disfrutando de esa maravillosa sensación de volar. Así que Kal o Clark, ya autoadmitido como Superman, el Hombre de Acero, convierte su temor en amor por un mundo muy grande
El simbolismo religioso y mitológico de la cinta del “Hombre de Acero”, se expresa en un Superman de 33 años, que se arroja al vacío en posición de crucifixión y retoma la intención de Jor-El (El Padre ¿Dios Padre?), de que el códice no tiene el propósito de reconstruir a Krypton en la Tierra, Kal-El (El Hijo ¿Dios Hijo?), decide ser el puente entre dos mundos y salvar a Lois que va en una cápsula en caída libre y a la humanidad por entero.
La desventura de que Zod, el asesino de Jor-El, sepa desde siempre que en las células de Kal-El se encuentre el ADN de 1,000 millones de kryptonianos y que le hace optar por matarle para extraerle el códice e iniciar la terraformación, recuerda el mensaje de la sangre de Jesús en el libro del Génesis, porque el corazón y la mente de Dios, sabía que Lucifer (Zod) se rebelaría, por lo que con la crucifixión y la resurrección, Jesús tomaría los pecados del mundo sobre sí mismo. Él derramaría su sangre -sangre humana inocente- (¿el ADN del Hombre de Acero?), para pagar por el pecado humano y satisfacer la justicia divina.
La misión elegida por Kal-El o Clark Kent (Superman: el Hombre de Acero), que puede ver los cielos y la tierra, en el tiempo eterno, creado por Dios según la biblia, elige salvar a los humanos, se opone a la de un Zod desolado, que le reprocha el no permitir levantar un nuevo Krypton sobre la mugre de la Tierra, de haberle arrebatado su alma, dejarlo sin su pueblo y sin su única razón de existir, por esta otra gente de la Tierra, que tanto le importa.
La pregunta de todo ser humano de qué es lo que ha venido a hacer a este mundo, de cuál es su sentido de existir, habiendo muchas personas desesperadas por encontrar y dar sentido a su vida, averiguando algunas veces de manera incansable cuál es el propósito de haber nacido en un lugar o en otro, con ciertas cualidades o con otras y como aplicarlas a algo útil para ellos y para los demás[5], es una pregunta que al hombre de Acero, ¿también le atormenta? o ¿le atormentó?
El carácter mesiánico del mensaje de la película “El Hombre de Acero”, ¿persigue el propósito de mostrar una trinidad, aún no completada?: Jor-El (El Padre: ¿Dios Padre?), Kal-El (El Hijo: ¿Dios Hijo?) y… ¿El Espíritu Santo?
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Referencias
[1] Hawkins, Beckett, Groothues. 2007.
[2] Brodzinsky, D., Smith, D. Brodzinsky, A. 1998.
[3] En la Biblia cristiana, Jonatán es nieto de Moisés. Él y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la cautividad de la tierra. El mismísimo hijo del primer rey de Israel va hasta el lugar donde se oculta un fugitivo y le dice: “No tengas miedo; porque no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú mismo serás rey sobre Israel, y yo mismo llegaré a ser segundo a ti” (Samuel 23:17).
[4] Martha es un personaje que aparece sólo en el Nuevo Testamento. Marta era natural de Betania (a las afueras de Jerusalén). Era hermana de Lázaro y María. En su casa se hospedó Jesús al menos en tres ocasiones. Marta sirvió con frecuencia a Jesús (Jn 11,5, Lc 10,40). En el evangelio de Juan afirma que Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios: “Ella contestó: -Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (Jn 11,27). En la tradición de la Iglesia ortodoxa, Marta y María fueron fieles seguidoras de Jesús, que presenciaron en el Gólgota la crucifixión de Jesús y fueron las primeros testigos de la Resurrección de Jesús, por parte de un ángel.
[5] David topi. Metafísica. Tratando de entender el mundo que no vemos. Un nuevo Paradigma. Anclando la cuarta Densidad. Descubrir tu misión en la vida. http://davidtopi.com/descubrir-tu-mision-en-la-vida/