Euzko: El precursor
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Euzko: El precursor
El anciano, preguntó a Euzko: ¿Crees tú, que al morir un hombre, termina todo, en lo que a él se refiere?
Euzko repuso: Me pides que te diga lo que creo, no lo que sé, y se me hace difícil contestarte porque tengo poco sobre que fundar mi respuesta. He visto y oído, hace poco, la ceremonia de un difunto y, también he visto muchos muertos que se convertían en despojo, como cualquier otro, sin que el verles me impresionara mayormente. En mi caminar, siguiendo al sol, al que llamo padre y madre, he visto como, a su soplo cálido, se agostan las hierbas y mueren; pero después, también he visto como al mismo influjo de sus rayos bienhechores, la hierba crece verde de nuevo. Ahora bien, naciendo y muriendo el hombre, tampoco debe tener mucha importancia en sí, la falta de uno determinado, ya que siempre estará otro ocupando su lugar.
El anciano, dijo, mírame un poco Euzko: permíteme usar la prerrogativa, de que siendo un hombre viejo, podría, tal vez, saber un poco más que tú, dado que he recorrido un trecho mayor por el camino de la vida. Permíteme que te aconseje. ¡No llegues todavía a ninguna conclusión sobre nada!, al contrario, siempre duda por principio; duda porque aunque consideres que todo ya está dicho, considera también que necesita ser comprendido; repetido y vuelto a repetir siempre, para entenderlo en todas las circunstancias y de muchos modos…
Bien hijo, dijo el viejo, aquí es donde creo que debemos separarnos, yo me llevo algo de ti, la esperanza en el futuro del hombre; y a mi vez, te dejo algo de mí… la duda… la eterna duda, semilla de la comprensión del hombre…
Euzko pasó toda la noche y el día siguiente, sin comer, ni beber y, cuando emprendió el retorno a la mañana subsecuente, su rostro había perdido juventud…
Euzko se encontró con el anciano, quien le dijo: ¡Bienvenido! El hecho de que hayas vuelto, me demuestra cuán firme es tu propósito en quedarte aquí, sin querer seguir a tu padre y madre, al sol, como habías pretendido, con tanta firmeza…
Cuéntame ahora lo que te ha ocurrido,… para así saber lo que he de darte…
[DE BASABE, Luis. (1971). 4 Cuentos Vascos. México: Ediciones Botas. México. Pp. 31-33]
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