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El Sistema Mundial y algunos de sus cambios: Comercio y Finanzas Internacionales

Autora: Investigación, dirección, producción y edición de Sonia Uberetagoyena Loredo

 

 

 

El Sistema Mundial y algunos de sus cambios: Comercio y Finanzas Internacionales

 

El análisis del orden mundial, en sus «segmentos» económico, estratégico-militar y político muestra la configuración de las relaciones mundiales y los ejes sobre los que asientan éstas.[1]

La caída del Muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991, dio fin al sistema bipolar (1945/1991), erosionando la soberanía del Estado-Nación.

El Estado-Nación, que surge con la Paz de Westfalia en 1648, con dos características centrales, la “nacionalidad” (identidad) y soberanía por un lado, y la “internacionalidad” por el otro; que en el siglo XX, se le agrega la “supranacionalidad”, y la “transnacionalidad”.

Algunos elementos característicos del siglo XX son:

  1. Multiplicación de Estados-Nación hacia mediados del siglo, particularmente por el proceso masivo de descolonización en África y el Caribe -década de los ’60- y hacia fines del siglo, por el proceso, también masivo, de fragmentación de Estados, comenzando por la URSS[2] y otros países de Europa Oriental. En muy pocos casos ha habido unificación: Vietnam, las dos Alemanias, o el de China, al recuperar Hong-Kong y Macao, y en proyecto, las dos Coreas y China con Taiwan.
  2. Internacionalización y supranacionalismo.
  3. Transnacionalización y transformación del Estado-Nación, derivando en nuevos tipos de Estados -status o forma de organización social-, que junto al desarrollo tecnológico en áreas como la militar, sean armas -capacidad nuclear generalizada, mísiles de largo alcance- o tecnología espacial -cohetería y satélites de todo tipo- y acompañada de una revolución en la microelectrónica, la telefonía, la informática, han generado cambios conceptuales y reales en la “soberanía”, a la vez que la revolución de las comunicaciones, deriva, con el fin del sistema bipolar, en la era de la “globalización”. Los conflictos, pasaron de ser “internacionales” a “intra-nacionales”, tales como los problemas étnicos y religiosos, narcotráfico y lavado de dinero, terrorismo.

Así la convivencia de los Estados-Nación, ordenada, ya no se basa en el equilibrio de poderes, sino en la conjunción de intereses; las relaciones se transforman en una nueva modalidad de relacionamiento, habiendo partes que todavía se debaten en guerras de religión (o ideológicas).

Se asiste a la paradoja de un mundo diverso y a la vez globalizado y totalmente integrado y comunicado. Robert Cooper [3] dice que hoy existen Estados premodernos, modernos y postmodernos.

  • Los estados premodernos mal cumplen el principio weberiano [4] de monopolizar el uso de la fuerza, por lo que resultan más o menos caóticos. No pueden generar orden en su propio territorio. No tienen una soberanía sobre su territorio.[5]
  • Los Estados modernos mantienen los principios de soberanía y de no injerencia así como el monopolio de la fuerza y dirigen su política exterior en busca de la hegemonía o de un equilibrio de poder y, cuando les interesa, piden que la ONU les proporcione seguridad colectiva. En esta categoría se incluyen China, India, Pakistán, Brasil, México, Cuba, Israel, Irán, Turquía, Corea del Norte, además de otros.

México es un estado moderno desde el punto de vista de sus principios, pero es premoderno desde el punto de vista del manejo soberano de su economía, pues el NAFTA/TLC lo transforma, en buena medida, en una factoría de EUA, a la vez que el préstamo de 50 mil millones de dólares recibido para salir del “efecto tequila” compromete sus ingresos petroleros, al garantizar con ellos, a EUA, el pago de este préstamo; al sujetarse, junto a otros Estados latinoamericanos y del resto del mundo, a políticas de “certificación” o “descertificación” por parte el gobierno de EUA quien califica la manera en que se encara la lucha contra el narcotráfico, agregándose el conflicto del zapatismo en Chiapas.

Los problemas con los “sin tierra” y grupos de narcotraficantes que controlan partes de ciertos municipios en Río de Janeiro y otros Estados, ubican a Brasil, entre los Estados con características mixtas de modernos y premodernos.

Corea del Norte, por el acercamiento que tuvo con Corea del Sur para negociar la unificación, podría caracterizarse, junto con su par, como Estados postmodernos.

  • La mayoría de los Estados europeos, ya no son modernos, se han convertido en Estados postmodernos, caracterizados por ejercer la soberanía de manera tan flexible que posibilita compartirla, se encuadran en organizaciones que regulan la injerencia de unos en los asuntos internos de otros, han renunciado a usar la fuerza entre ellos y buscan la seguridad a través de la mutua vulnerabilidad y de códigos de conducta acordados. Lo postmoderno consiste en renunciar a la ventaja coyuntural en favor de la convergencia estratégica, es decir, en pactar renunciando a lo unilateral.

Canadá, Japón y los miembros de la Unión Europea son Estados postmodernos cuya transformación comenzó tras la segunda guerra mundial, después de comprobar que la búsqueda de la hegemonía terminaba en guerra, que el establecimiento de equilibrios de poder, antes o después, también terminaba en guerra y que los sistemas de seguridad colectiva no lograban evitarla. Por ello, adoptaron criterios de convergencia y coordinación de políticas.

La Unión Europea es una agrupación de Estados postmodernos que pone fin a los intentos de dominio de un país europeo –Alemania- sobre el resto y a los inestables equilibrios de poder en Europa.

Para Zaldívar[6], Estados Unidos y Rusia, son dos Estados atípicos. Parte de Europa es rusa y Rusia es europea en parte, pero tiene tamaño y recursos como para valerse por sí sola. Esto la empuja a seguir siendo un estado moderno inclinado a relacionarse con otros a través de equilibrios y hegemonías. Rusia atraviesa una etapa traumática que podría hacerla retroceder hacia un status premoderno o evolucionar hacia comportamientos postmodernos. Una evolución así de Rusia coincide con el interés estratégico de la UE.

Estados Unidos, pese al calificativo de ser la única superpotencia mundial, dista de ser el centro de un mundo unipolar, pues el tener un potencial mayor al de cualquier otro país, no le provee de la voluntad interior y de la legitimidad exterior necesarias para usarlo cuando se quiera. Con su gran tamaño, su heterogeneidad cultural y su corta edad, Estados Unidos es un Estado que todavía no ha acabado de hacerse. Un Estado atípico que, aun en ausencia de una clara amenaza exterior que le cohesione, encuentra grandes dificultades para elaborar y aplicar una política exterior coherente. En el futuro inmediato se comportará, a veces, como un Estado moderno con pretensiones de autoridad extraterritorial y ambiciones hegemónicas, de acuerdo con una influyente minoría convencida de que debe liderar el mundo ya que cuenta con recursos para hacerlo, otras veces actuará como un Estado premoderno empujado por sus grupos fundamentalistas opuestos a la globalización, a la ONU y dispuestos a teocratizar el Estado.

Cambios en el Sistema Mundial

El sistema mundial del siglo XXI, se ha ido configurando con características diferentes respecto de los sistemas anteriores que han imperado, pues los actores transnacionales se diversificaron en cuanto a tipo y categoría, hacia fines de los ’80, dejaron de ser un mero grupo de presión y se transformaron en un factor de poder.

El sistema financiero global y los actores transnacionales, son ejemplos de que la capacidad y funcionalidad de los organismos internacionales, que pretenden operar igual que cuando el Estado-Nación era el actor monopólico, siendo que éste ha ido perdiendo control y manejo de gran cantidad de las operaciones que estaban en su exclusiva esfera de influencia[7]; tales como las de manejar la moneda –sistema financiero-.

La soberanía de los Estados-Nación es el único límite a la expansión financiera; pero muy pocos de ellos están en condiciones, o de poner límites la expansión financiera, que incide directamente sobre las personas más que sobre territorios geográficos (por lo que los Estados se debilitan en su capacidad de control del circuito productivo) o para evitar que salga en forma de fuga de capitales.[8]

Las tendencias en la configuración del sistema mundial hacia el siglo XXI, conllevan las siguientes características:

  • Multiplicación y diversificación de los actores.
  • Cambio del tipo de actores. Ha proliferado la cantidad de Estados-Nación y los actores transnacionales, de diferente tipo, capacidad e incidencia.
  • Alto índice de transnacionalización. Los actores transnacionales no sólo operan como grupos de presión en el marco estatal, sino que han alcanzado, en muchos casos, la capacidad de operar como factores de poder.
  • Distinta manera de operabilidad del sistema. Antes se interrelacionaban Estados con Estados, ahora el interrelacionamiento es heterogéneo, agregándose actores de carácter transnacional y supra-Estatal, subnacional o regiones, que se conectan directamente entre sí prescindiendo -aunque no contradiciendo– de los gobiernos centrales.
  • Modificación de pautas territoriales y de soberanía. Las fronteras dejaron de ser “cercos” de seguridad para los Estados-Nación, por el desarrollo de la tecnología misilística intercontinental, la capacidad de control satelital, e incluso internet; en el funcionamiento del sistema financiero (“imperio” de influencia monetaria frente a los viejos imperios territoriales).
  • Crece la complejidad de la estructura mundial. El Estado-Nación va cediendo espacio a actores transnacionales en la toma de decisiones y en la generación de reglas –régimen mundial-.
  • No hay una correspondencia entre el marco institucional internacional vigente y la estructura de poder transnacional dominante. Ciertos organismos internacionales contemplan la existencia e incidencia de los actores transnacionales, como el Banco Mundial (BM) con la Corporación Financiera Internacional (CFI) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con la Corporación Interamericana de Inversiones (CII), que financian al sector privado, pero el BM o el BID, por sus Cartas Constitutivas, sólo pueden financiar a Estados, por lo que esto no refleja a la estructura mundial en su funcionamiento.

El FMI y el BM fueron concebidos para hacer posible el comercio mundial en un mundo desprovisto de movimiento internacional de capitales; el BM para compensar la ausencia de inversión directa y el FMI la ausencia de crédito financiero para contrarrestar los desequilibrios del comercio. Hoy, el capital financiero opera de manera independiente de estos organismos y también de los bancos centrales de los países. [9]

El Estado-Nación va perdiendo sus atributos esenciales. Muy pocos Estados tienen un manejo de la soberanía, algunos tienen una “supra-soberanía” y otros, una “soberanía limitada”.[10]

El modelo de Estado-Nación del Siglo XVI, caracterizado por la independencia, la autosuficiencia y la delimitación geográfica, prácticamente ha desaparecido, salvo para Estados Unidos, algunos países europeos, –en general los Estados de la Comunidad Europea renuncian a su soberanía para alcanzar objetivos de carácter comunitario, no obstante, algunos de ellos, como Alemania, Francia, Gran Bretaña, por ejemplo tienen, individualmente, capacidad de desempeño soberano global-, Rusia, tal vez Japón, tal vez China, y algunos otros pocos Estados.[11]

El control de los procesos productivos y del flujo financiero; el manejo de las inversiones y la toma de decisiones en medio ambiente, derechos humanos y otros temas del terreno judicial; la seguridad; se han desplazado del Estado a manos transnacionales.

Los Bancos Centrales poco y nada pueden hacer para controlar el flujo financiero y decidir que el dinero se quede en el país o ingrese al circuito productivo abandonando el especulativo. La actividad económica global no coincide con el trazado de fronteras nacionales[12].

Salvo en Japón, algunos pocos países asiáticos, Estados Unidos, algunos países de Europa,  las empresas o bancos, antes bajo el control del Estado-Nación, presionan sobre éste, generándole reglas, por la “alianza” entre el sector privado transnacional y el Estado, hasta el punto de apuntalarse mutuamente.

Ahora las estructuras político-administrativas de los Estados, sólo son elementos necesarios para que los actores transnacionales logren sus objetivos.  Los Estados-Nación, a través de los gobiernos “funcionales”, han abandonado sus funciones esenciales, en aras de disminuir el “costo país”. Se han privatizado servicios como educación[13], salud, previsión social. La seguridad personal está mayoritariamente en manos de grupos privados y el sector público contribuye a que esto se profundice, debido a la disminución de la inversión en seguridad personal.

Los gobiernos proveen “seguridad jurídica” a los inversores y empresas que se encuentran radicados en los mismos, pero no se la dan a sus ciudadanos -desempleados, jubilados, docentes, trabajadores en general, que no tienen organismos a los que recurrir ni mecanismos que los defienda o proteja-. La deuda interna en la mayoría de los casos se ha pagado con bonos a largo plazo o se ha decidido no pagarla.[14]

Los tribunales que tienen jurisdicción para atender problemas con empresas que tienen subsidiarias en los países latinoamericanos, o empresas latinoamericanas que tienen deuda con empresas o Estados extraregionales, no se encuentran en América Latina, sino, principalmente, en EUA que es donde están las casas matrices de esas empresas o en países europeos.

La tendencia dominante se orienta alrededor del poder y las leyes del mercado independientemente y a espaldas de las necesidades y demandas humanas, que según esas leyes, deberán ser resueltas sin intervención del Estado.

El mundo se caracteriza por la revolución tecnológica, la globalización económica, la liberalización sostenida de los mercados financieros y comerciales, la filantropía caritativa para resolver los problemas de la gente a cambio del rol histórico que hoy está abandonando el Estado, la estabilidad geopolítica cogestionada por los países poderosos en el marco de la ONU, condicionada por el poder de la OTAN, o fuera de ella, el repliegue sobre los mercados centrales, la incorporación selectiva y controlada de economías emergentes y el tratamiento pragmático y específico de las crisis cuando y donde vayan surgiendo por organismos supra-estatales, como el FMI. Estas son las características dominantes en el mundo. [15]

 

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Fuente: Tesis de Maestría en Economía. UBERETAGOYENA Loredo, Sonia. ECONOMÍA INTERNACIONAL (Una Propuesta Didáctica para Licenciatura. TERCERA  PARTE: Propuesta Didáctica. Análisis Empírico. VI. Comercio y Finanzas Internacionales. 1. El Sistema Mundial. Pp. 193-198.

 

Referencias

[1] DALLANEGRA PEDRAZA, Luis, Tendencias del Orden Mundial: Régimen Internacional, (Buenos Aires, Edición del Autor, 2001), http://www.geocities.com/luisdallanegra/Regimen/tapareg.htm.

[2] La URSS, era un Estado plurinacional, por lo que las naciones recuperaron su condición de tales desintegrando al Estado.

[3] Cooper, Robert, The Post-Modern State and the World Order, 1996, citado en ZALDÍVAR, Carlos Alonso, “En un Mundo Roto”, Diario «El País», Madrid del 10-Nov-98.

[4] Max Weber, Economy and Society: An Outline of Interpretative Sociology, (Berkeley, University of California Press, 1978). Edición en español, Economía y Sociedad, (México, FCE, 1964), Segunda Edición.

[5] Ejemplos: en Europa, Yugoslavia; en América Latina, Colombia, cuyo imperium está dividido entre el gobierno oficial, los grupos guerrilleros, los paramilitares, el narcotráfico y por fuera, Estados Unidos procurando generar sus pautas de orden; Perú; Chile, cuyo poder esta dividido entre las fuerzas armadas por un lado y el gobierno elegido por el otro, que impiden el funcionamiento del Estado de Derecho; Argentina, más allá de que se la podría calificar como un caso atípico, está muy cerca de la premodernidad.

[6] ZALDÍVAR, Carlos Alonso, “En un Mundo Roto”, Diario «El País», Madrid del 10-Nov-98.

[7] Ver George Soros, La Crisis del Capitalismo Global: La Sociedad Abierta en Peligro, (Bs. As., Sudamericana, 1999), Pág. 138.

[8] Ver George Soros, La Crisis del Capitalismo Global: La Sociedad Abierta en Peligro, (Bs. As., Sudamericana, 1999), Pág. 135.

[9] George Soros, La Crisis del Capitalismo Global: La Sociedad Abierta en Peligro, (Bs. As., Sudamericana, 1999), Pág. 138.

[10] Garnier, Lydia W., Soberanía Limitada ¿Soberanía Nacional del siglo XXI?, en Revista “GEOSUR”, Vol. XIX, N° 220, Montevideo, Uruguay, Julio-Agosto 1998, Págs. 9-20.

[11] Ejemplos de la soberanía limitada y de la super-soberanía: La invasión de EUA a Panamá (diciembre de 1989) y el apresamiento de su presidente Noriega, juzgado y puesto preso en Estados Unidos; el bloqueo de EUA a Cuba y la aplicación de leyes federales norteamericanas en el marco internacional, como la Torricelli, la Damato, la Helms-Burton, y otras; las iniciativas 187 y 209 del gobierno de California y el establecimiento de cercas de alambrado y de acero en la frontera con México para impedir el paso de indocumentados; la invasión de EUA a Irak (enero de 1991) y la prohibición de que desarrolle armas de cualquier tipo; el ataque aéreo con mísiles a Sudán en agosto de 1998, alegando que era a la propiedad del Osama Bin Laden, supuesto cerebro de los atentados contra las embajadas norteamericanas en Dar-Es-Salam y Nairobi; las presiones y el bombardeo del gobierno norteamericano, utilizando a la OTAN, sobre Yugoslavia respecto de la región de Kosovo (1999); la “certificación” o “descertificación” por parte del gobierno norteamericano a aquellos gobiernos que siguen o no, a su criterio, pautas adecuadas en la lucha contra el narcotráfico.

[12] Ver OHMAE, Kenichi, El Fin del Estado-Nación, (Sgo. Chile, Andrés Bello, 1997), Pág. 39 y sigs.

[13] La proliferación de instituciones educativas privadas que han conseguido autorización, han obtenido rentabilidad sin dar calidad ni contribuir al desarrollo, ni al mejoramiento social ni a la investigación científica: Incluso el Estado ha disminuido su inversión y descuidado el significado que tiene.

[14] Los jubilados en Argentina son un excelente ejemplo. La deuda con el sector docente o el científico y los bajos salarios son otro ejemplo. La cantidad extraordinaria de personal que se ha echado de la administración pública en los distintos países de América Latina, sin que signifique una disminución del gasto público, abultado por sus gastos en muchos casos, considerados “reservados”, pero que resultan incompetentes para resolver los nuevos problemas que se presentan en el marco social o para repensar el país a la luz de los grandes cambios mundiales.

[15] Opiniones del sociólogo catalán Manuel CASTELLS, vertidas en el diario «El País» de Madrid, del 12-Feb-1999.

 

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