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Autora: Investigación, dirección y producción de Sonia Uberetagoyena Loredo
La Revolución Mexicana: Una reseña
La Revolución Mexicana inició el 20 de noviembre de 1910 y, teóricamente concluyó con el asesinato de Francisco I Madero, el 22 de febrero de 1913, pero los conflictos armados, por el poder político en México, duraron más de 20 años, entre las facciones revolucionarias, que motivaron los asesinatos de Emiliano Zapata el 10 de abril de 1919; de Venustiano Carranza el 21 de mayo de 1920; de Francisco Villa el 20 de julio de 1923 y de Álvaro Obregón el 17 de julio de 1928.
Los antecedentes del conflicto se encuentran en el descontento de la sociedad mexicana, frente a la dictadura de Porfirio Díaz, quien permaneció en el poder, de manera dictatorial, desde 1876 hasta 1911, cuando fue derrocado por la Revolución, período en el cual México creció de forma notoria en lo económico y con estabilidad política, pero a costa de la pésima situación económica y social, de las capas menos favorecidas de la sociedad.
El proceso de pauperización, despojo y marginación social de la gran mayoría rural, combinado con el derrumbamiento del consenso de élite, detona la Revolución Mexicana.[1]
A partir del ascenso al poder del general Porfirio Díaz a fines de 1876, se inició un período de crecimiento que en gran medida se basó en la reinserción de México en la economía internacional, en la disminución de los costos de transporte y en el desarrollo del sistema financiero, que permitió reducir el costo excesivo del crédito, de los agiotistas. El régimen de Díaz realizó inversiones importantes en infraestructura de comunicaciones y obras públicas, que favorecieron el desarrollo de nuevas regiones, actividades y sectores productivos, apareciendo nuevos grupos económicos hegemónicos, con amplia participación de capital extranjero.
Las principales potencias extranjeras europeas que invirtieron en México, fueron Inglaterra, Francia y Alemania, para que la inversión estadounidense no dominara el país, postura compartida por el grupo de los “científicos” que rodeaba al presidente Díaz.
El período más dinámico de crecimiento económico del Porfiriato se dio en el Siglo XIX y no en el XX, ya que a partir de 1901, la economía mexicana sufrió de mayor inestabilidad económica y de reducción importante en la construcción de ferrocarriles, como en otras inversiones públicas y privadas, aunque con un esfuerzo de reorganización muy importante del sistema financiero y de los ferrocarriles, por parte del gobierno de Porfirio Díaz, lo que indica la posibilidad del surgimiento de un Estado, con mayor participación e intervención en la economía.[2]
Mediante los aranceles, se favoreció la sustitución de importaciones en algunos rubros, principalmente manufacturas, destinadas al consumo de los grupos urbanos. En contraste con esto, los bienes de capital y los granos básicos se gravaron muy poco. Dada su estructura arancelaria, México era a finales del siglo XIX, uno de los países más proteccionistas del mundo.
Durante la mayor parte de este periodo el peso mexicano tuvo una depreciación real, debido principalmente a que el valor del peso se encontraba ligado al de la plata, al haberse consolidado México, como el principal productor de este metal, mientras que las monedas de otros países, se encontraban ligadas al oro.
En las últimas décadas del siglo XIX, la plata experimentó una fuerte caída en su valor frente al oro, lo que trajo como consecuencia una pérdida de valor del peso frente a otras monedas y, un abaratamiento relativo de los productos mexicanos.
En los 100 años, de 1810 a 1910, la economía mexicana mostró un crecimiento anual, promedio de 1.6%. Hacia finales del período, el crecimiento, fue más intenso (3.1%), previo a la Revolución Mexicana.[3]
Fuente: FES Aragón. UNAM. 200 años de economía mexicana 1810-2010. XXXV Aniversario de la Carrera en Economía. 12/08/2018, de FES Aragón. UNAM. Sitio web: https://bit.ly/2KMpfRU
Entre 1874 y 1910 el valor de las exportaciones pasó de 27.5 millones a más de 146 millones de dólares. El dinamismo del sector exportador, se debió básicamente a las exportaciones de materias primas, en particular de minerales.
A lo largo del período, Estados Unidos fue el principal mercado para las exportaciones, absorbiendo en casi todos esos años, más de la mitad de éstas. Hacia finales del Porfiriato, las exportaciones disminuyeron con respecto a las importaciones, por lo que la balanza comercial se mostró desfavorable a la economía de México.
De 1895 a 1995, en México la agricultura fue perdiendo peso en la ocupación, ganando fuerza el sector terciario, en detrimento del sector industrial.
Las leyes de colonización y la acción de las compañías deslindadoras favorecieron la concentración de la tierra en pocas manos, de modo que el despojo de las propiedades comunales indígenas y la separación de los campesinos de su tierra, contribuyó a formar una vasta legión de proletarios, de mano de obra libre, desposeída de medios de producción.
México no registró un avance representativo en la producción de productos básicos, como el frijol, trigo, maíz y chile. Sin embargo, productos como el henequén en Yucatán creció a un ritmo de 20% al año y la producción del café se duplicó de 1877 a 1881, incluso la producción de chicle alcanzó las 20 toneladas, en ese último año.[4]
Durante el Porfiriato, 40 por ciento del territorio era propiedad de sólo 840 hacendados, favorecidos por la Ley Lerdo o Ley de desamortización de los bienes de las corporaciones civiles y eclesiásticas, de la época juarista (junio de 1856), cuyo propósito era acabar con la concentración de la propiedad de bienes raíces que, en el período porfiriano se aprovechó justamente para lo contrario, concentrándose de forma desmedida, la propiedad territorial.[5]
El pánico bancario en Estados Unidos durante 1907, desencadenó una crisis económica mundial que afectó a México, entre 1908 y 1909. Los empresarios, al verse obligados a reducir su producción, créditos e insumos, ante la disminución de sus mercados, tuvieron que sanear su nómina, reduciendo los salarios o despidiendo empleados.
La parálisis económica, causada por la crisis fue uno de los catalizadores de la Revolución de 1910, debido a que México dependía en mayor medida de los mercados y capitales extranjeros, sobre todo de Estados Unidos, pero historiadores y analistas concuerdan en que, si bien la condición económica fue un detonante, lo que desató el proceso revolucionario en México fue, más bien, la inestabilidad política, generada por la falta de acuerdos previos a la sucesión presidencial.
Así, puede afirmarse que, tanto el movimiento iniciado en 1910, como el surgido a consecuencia del asesinato de Madero, revistieron un profundo carácter agrario, una lucha popular predominantemente campesina, motivada por el malestar de todo el país contra el régimen porfirista. Los peones acasillados y los campesinos sin tierras, se levantaron en armas para modificar la estructura existente.
Los anhelos del demócrata Francisco I. Madero de competir por la presidencia de la República Mexicana, se intensificaron con la entrevista “Díaz-Creelman”, en la que Porfirio Díaz declaró que el pueblo estaba listo para gobernarse, por lo que no buscaría la reelección, bajo la presión norteamericana, pero sus afanes, no fueron los mismos que los del pueblo revolucionario de 1910.
Los problemas de tipo político, económico y social, en aquel México de principios del siglo XX, se relacionaron con el gran descontento entre los campesinos, respecto del derecho a la tierra y del enfado por parte del empresariado nacional, hecho a un lado, en favor de los intereses de las potencias extranjeras, problemas generalizados de marginación e injusticia social, entre muchos otros.
Por lo anterior, es un error considerar que, bajo el lema “sufragio efectivo, no reelección” de Francisco I. Madero, se propicia el estallido de la revolución mexicana, pues lo que ocurrió en realidad, es que el movimiento del pueblo revolucionario fue utilizado por aspiraciones presidenciales, que en efecto alzaron el movimiento armado el día 20 de noviembre de 1910, con la consecuente renuncia de Porfirio Díaz, en 1911.
El lema maderista, no significó nada, para la mayoría de la población, para los campesinos ignorantes y hambrientos, porque eran analfabetas. Ellos no aspiraban a puestos de representación nacional. Su protesta buscaba resolver la explotación, hambre y miseria, a la que estaban sujetos, por eso, pedían TIERRA, que los emancipara y alimentase.[7]
Madero, decepcionado por el incumplimiento de Díaz, ante la séptima elección del dictador, diseñó el denominado “Plan de San Luis”, en su refugio político en Texas, bajo la bandera de “sufragio efectivo, no reelección”.
Madero asume la presidencia de México, el 6 de noviembre de 1911, bajo principios democráticos para llegar al poder, es decir bajo las formas institucionales, con propósitos, según expresaba, de transformar y modernizar políticamente al país, pero traicionado por Victoriano Huerta, es asesinado por éste en 1913, junto a su vicepresidente, José María Pino Suárez. El principio de Madero, propició que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, de 1917, fuera anti reeleccionista, para el presidente y los gobernadores.
El plan de Ayala, del 28 de noviembre de 1911, proclamado por Emiliano Zapata, con el que se desconoce al gobierno del presidente Francisco I. Madero, al considerar que éste se estaba reduciendo a buscar la democracia; exigió la desocupación del territorio nacional por las fuerzas norteamericanas; destruir el latifundismo y repartir la tierra al campesinado; devolviendo a los pueblos, los ejidos de los que fueron despojados; nacionalizar los bienes de los considerados enemigos de la nación; dar educación a las clases humildes y el derecho de asociación y huelga, en defensa de los intereses de la clase trabajadora.
La construcción de las vías de ferrocarril, del régimen porfiriano, fue posible, gracias a la expropiación de tierras de las comunidades, que incorporó a los campesinos despojados, como fuerza de trabajo para su construcción, degradando sus formas de vida y de relación tradicional, por la inclemencia mercantil, desarrollada a partir del porfiriato, de manera que se considera que México ingresa al capitalismo, con el gobierno de Porfirio Díaz.
En él se propagan las relaciones capitalistas en México, junto a la expansión del capitalismo mundial, de fines del siglo XIX y comienzos del XX[8], dándose un intenso proceso de acumulación originaria del capital y también, una profunda reproducción ampliada del sistema capitalista, en el país.
La Revolución Mexicana, puede considerarse fundamentalmente, como una guerra campesina por la tierra, cuya dinámica cuestiona el poder y la estructura del Estado, controlado hasta entonces por los terratenientes, banqueros y mineros.
De 14 millones de habitantes, 11 millones vivían dentro del sistema de las haciendas (78.6%), de los cuales 9 millones eran peones acasillados acasillados (81.8%), [9], es decir, esclavos de las haciendas, a lo que se aunaba el sojuzgamiento a la población por la dictadura a las metas de hacendados, mineros, banqueros y de las clases dominantes, en general.[10]
Los campesinos vivieron la acumulación, con el despojo de sus tierras, la destrucción de sus vidas, de sus relaciones entre sí y con la naturaleza, de sus ritmos vitales, de sus tradiciones, arrasados en su identidad social. El campesinado comunitario, fue despojado y lo resistió como peón o como trabajador asalariado.[11]
De esas circunstancias, emergió la resistencia, propiciando las guerras campesinas, junto a luchas obreras, es decir, la Revolución Mexicana, que oficialmente concluyó el 25 de mayo de 1911, con el Plan de San Luis de Madero, que se concretó, en realidad, con los acuerdos de Ciudad Juárez, entre el Porfirismo y el Maderismo, para que Porfirio Díaz se embarcase, exiliado, en el “Ypiranga”, en una continuidad, que se expresó con el descontento del zapatismo.
La acción de la corriente anarquista de pensamiento, del Partido Liberal Mexicano (PLM), también pionera de la Revolución, de los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, junto con otros colaboradores del periódico “Regeneración”, como Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Práxedis G. Guerrero, opositores de Porfirio Díaz, denunciaron la dictadura y el sistema de esclavitud social.
Esta corriente formuló otro de los programas iniciales, de contenido social y democrático, precursores de la Constitución de 1917, siendo promotora de la organización obrera, con su participación en las huelgas de Cananea, Río Blanco y campesina, bajo el lema de “Tierra y Libertad”, se radicaliza al estallar la Revolución, al punto de proponer una transformación social total, de expropiación de la propiedad, de las fábricas y bancos y, la abolición del gobierno, por lo cual fueron encarcelados y exiliados.
Los tres principales ejércitos revolucionarios, fueron:
- El de Francisco Villa, quien aspiraba a la tierra y la justicia, dentro del marco de la pequeña propiedad y democrático formal, sin objetivos programáticos.
- El de Emiliano Zapata, que se propuso recuperar los derechos agrarios y las tierras que las haciendas cañeras habían despojado a las comunidades de Morelos, por lo que con el Plan de Ayala reclamaba el reparto de tierra, sin plantearse la toma del poder, pero que lo enfrentó con las élites del norte y del centro. La movilización se sustentó en la posesión de la tierra, antes que por la paga del trabajo.
El Zapatismo, nunca abandonó la lucha, hasta que fue acallado, pese a que con los acuerdos de Ciudad Juárez, de fines de mayo de 1911, todas las facciones revolucionarias guardaron las armas, al llamado de Madero, al haberse conseguido la caída de Porfirio Díaz, sin que la tierra se hubiese repartido y sin vislumbrar tampoco, la intención política, de cumplir con su declaración de independencia programática y organizativa, es decir, el Plan de Ayala, por lo que los zapatistas se negaron a entregar las armas y a disolver su ejército.
La muestra de la capacidad del zapatismo para enfocar la situación política del país, consta en algunas palabras contenidas en la carta dirigida por Zapata a Venustiano Carranza:
“Ni los ejidos se devuelven a los pueblos, que en su inmensa mayoría continúan despojados; ni las tierras se reparten entre la gente de trabajo, entre los campesinos pobres y verdaderamente necesitados”.
- El tercer ejército, el de Álvaro Obregón Salido, operó en un plano secundario.
Inmediatamente de estos acontecimientos inició la lucha constitucionalista de Venustiano Carranza, quien con el Plan de Guadalupe, desconoce a Huerta como presidente, crea al ejército constitucionalista, derrota al ejército federal y hace renunciar a Huerta, en julio de 1914, convirtiéndose en presidente provisional. Carranza, al igual que Obregón, representaba el descontento por el desgajamiento del sector terrateniente del norte del país.
Venustiano Carranza no fue agrarista, no porque desconociera las implicaciones de carácter económico que involucraba la reforma agraria, sino porque varios ideólogos revolucionarios influyeron en el ánimo de Carranza para que éste considerara la cuestión del campo como un problema de índole político, para lo cual debía privar al zapatismo de su bandera.
A pesar de lo cual, Luis Cabrera, intelectual e ideólogo del carrancismo, ya señalaba que las transformaciones económicas, con la restitución de los ejidos, colocaban “a los elementos sociales en condiciones de equilibrio más o menos estable”, mostrando que lo urgente era pacificar a la nación[12], para lo cual se tenían que restituir los predios ejidales, como un medio y no como un fin, lo cual era indicativo que el reparto, la reforma agraria, avanzaría a paso lento.
Con la convención de Aguascalientes, de fines de 1914, resurgieron las diferencias entre zapatistas, villistas y Carrancistas, imponiéndose estos últimos, al contar con el respaldo de Estados Unidos. Pancho Villa[13], continuó la guerra en el norte. Zapata mantuvo la lucha en el sur, hasta su asesinato. Carranza duró en la presidencia hasta 1920.
En 1917, Carranza logró la aprobación de una nueva Constitución, con lo que se consuma la Revolución, al instaurar algunas reformas sociales y económicas, defendidas en la revuelta, inspiradas en esos representantes asesinados, encarcelados y exiliados, de las corrientes populares y campesinas de la Revolución Mexicana, quedando reconocidos en la Carta Magna, los derechos sociales de los campesinos (reparto agrario, ejidos y comunidades), de los obreros (jornada de 8 horas, derechos laborales y sindicales); el derecho a la educación laica y gratuita, el derecho a la seguridad social; el bienestar como objetivo del Estado mexicano, el derecho de la nación sobre los recursos naturales y del subsuelo, entre otras.
Pero hoy, ubicados en agosto de 2018, siguen adeudándose a la Revolución Mexicana, no sólo el reparto agrario, sino las consecuencias en la intensificación del despojo territorial…
Hoy, el pueblo de México, se pregunta con tristeza:
¿Se han revertido los derechos adquiridos en esa revuelta sangrienta?
¿Qué ha ocurrido con la actividad del campo?
¿Qué ha pasado con los derechos de los campesinos a sus ejidos y comunidades (reparto agrario) y las de los obreros (jornada de 8 horas, derechos laborales y sindicales)?
¿Qué ha acontecido con el derecho a la educación laica y gratuita y el derecho a la seguridad social?
¿Qué sucedió con el bienestar como objetivo del Estado mexicano?
¿Qué pasó, entonces, con el derecho de la nación sobre los recursos naturales y del subsuelo?
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[1] Gonzalo Santos. (2011). La economía política. Del porfiriato y el desarrollismo nacionalista al neoliberalismo, en el contexto de las transformaciones globales. 12/08/2018, de Organizado por las extensiones de UNAM y Universidad de Guadalajara en Los Ángeles, en el Consulado de México, Los Ángeles, CA, 25 de Enero, 2011. Sitio web: https://bit.ly/1QrzGe0
[2] Lomelí, Vanegas Leonardo. (2012). Interpretaciones sobre el desarrollo económico de México en el siglo XX. 12/08/2018, de Economía UNAM vol.9 no.27 México sep/dic. 2012. Sitio web: https://bit.ly/2MeINUA
[3] FES Aragón. UNAM. 200 años de economía mexicana 1810-2010. XXXV Aniversario de la Carrera en Economía. 12/08/2018, de FES Aragón. UNAM. Sitio web: https://bit.ly/2KMpfRU.
[4] GÓMEZ, Katyana. (2 JUL, 2018). 10 hechos económicos que marcaron el gobierno de Porfirio Díaz. 12/08/2018, de Dinero en Imagen Sitio web: https://bit.ly/2MjjqjD
[5] Está el caso del general Terrazas, que adquirió, en el Norte de México, un predio de 24 millones de hectáreas, similar al área de Holanda, Bélgica, Dinamarca, Hungría y Suiza juntas, que gracias a esa Ley, se hizo un prominente terrateniente [Historia de México. La Revolución Mexicana. 12/06/2018, de Historia de México Sitio web: https://lahistoriamexicana.mx/siglo-xx/revolucion-mexicana]
[6] Ídem. GÓMEZ, Katyana.
[7] La misma prensa acusaba al maderismo de haber creado esta situación con las promesas de tierras contenidas en el Plan de San Luis. El presidente Madero respondió a esos ataques en una carta al mismo periódico “El Imparcial”, del 27 de junio de 1912, en la cual resumía la política agraria del maderismo en el poder: “Siempre he abogado por crear la pequeña propiedad; pero eso no quiere decir que se vaya a despojar de sus propiedades a ningún terrateniente. Una cosa es crear la pequeña propiedad por medio de un esfuerzo constante, y otra es repartir las grandes propiedades, lo cual nunca he pensado ni ofrecido en ninguno de mis discursos y proclamas. Sería completamente absurdo pretender que el gobierno fuese a adquirir todas las grandes propiedades para repartirlas gratis entre pequeños propietarios, que es como se concibe generalmente el reparto de tierras, pues simple y sencillamente el gobierno no tendría dinero suficiente para hacer tal operación, ni contratando un empréstito tan colosal que los únicos réditos causarían la bancarrota del país.” A continuaci6n decía que la única promesa no cumplida totalmente era la restitución de tierras a los despojados arbitrariamente de ellas, pero esto obedecía a que “al modificarse el Plan de San Luis en virtud de los Tratados de Ciudad Juárez, tan ventajosos para la nación, debía el nuevo gobierno ajustar todos sus actos a la ley y reconocer como válidos los fallos de los tribunales y la legitimidad de todos los actos de la administración pasada. Por este motivo es difícil restituir sus terrenos a los que han sido despojados de ellos injustamente, declarando sujetos a revisión los fallos respectivos, en los casos en que los despojos han sido sancionados por todas las prescripciones legales” [Ídem. Gilly. P. 79]
[8] José Luis Marín. (12 noviembre, 2015). Revolución Mexicana: la lucha por la tierra y la justicia social. 12/08/2018, de Regeneración. Sitio web: https://regeneracion.mx/100-anos-de-la-revolucion-mexicana/
[9] PEONES ACASILLADOS, CALIDAD DE LOS. De acuerdo con los dispuesto por el artículo 193 de la Ley Federal del Trabajo, son peones acasillados los individuos que viven gratuitamente en casa construida dentro de los límites de la hacienda, y previo contrato que determine su condición, haciendo depender habitualmente sus medios de subsistencia, del jornal o salario que reciben por trabajos, relativos al cultivo de la tierra; de donde resulta que el peón acasillado recibe, gratuitamente, por voluntad del patrono y como efectos del contrato casa habitación, y la circunstancia de que un individuo ocupe violentamente, sin necesidad de un acto de voluntad contractual, una casa habitación dentro de la hacienda, no implica que sea peón acasillado. Amparo directo en materia de trabajo 5095/39. Monreal Agustín. 30 de noviembre de 1939. Unanimidad de cuatro votos. Relator: Xavier Icaza [378819. Cuarta Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo LXII, Pág. 2987].
[10] Porfirio Díaz estableció el gobierno dictatorial personal absolutista más perfecto, decía John Kenneth Turner, el periodista estadunidense que escribió el libro México Bárbaro, la primera denuncia internacional de la dictadura porfirista: Eran los señores de la horca y el cuchillo, dueños de vidas y de riquezas.
[11] GILLY, Adolfo. (1977). La Revolución Interrumpida. México, D.F.: Ediciones “El Caballito”. P. 33.
[12] Ídem. GILLY, Adolfo. P. 81-83.
[13] Villa fue perdonado en 1920, quien se retiro a un rancho, que le otorgo el gobierno, hasta que fue emboscado y asesinado en 1923.