Input your search keywords and press Enter.

Modelos Económicos para la Economía Internacional: El Modelo Estándar de Comercio

*Autora

Investigación, dirección, producción y edición de Sonia Uberetagoyena Loredo

 

Las diferentes teorías que explican el comercio internacional y la interacción económica entre países soberanos, tiene como ejes fundamentales de análisis, las ganancias y los patrones del comercio.

Los diferentes planteamientos y teorías, que explican el comercio internacional, empiezan cronológicamente desde los debates sobre comercio internacional y política monetaria de los siglos XVIII y XIX, con las reflexiones desarrolladas tanto por los representantes del mercantilismo en el siglo XVII, como por los adelantos teóricos realizados por Adam Smith con su teoría de las ventajas absolutas (S. XVIII), David Ricardo con su teoría de las ventajas comparativas (S. XIX), y en términos generales de los desarrollos posteriores (S. XX), que enriquecieron teórica y empíricamente éste campo del conocimiento.

Los primeros planteamientos (en la edad moderna) que explicaban la importancia del comercio internacional, se encuentran en los enfoques mercantilistas (bastantes exitosos para el posicionamiento de Inglaterra como potencia comercial), que más que una reflexión teórica, sistemática, analítica, eran un conjunto de políticas que buscaban la acumulación creciente de metálico, puesto que se consideraba que la riqueza de un país se lograba a través de su acumulación. Para ello, se debería exportar lo máximo de mercancías e importar lo mínimo, a fin de que la balanza comercial siempre generará superávit.

David Hume derrumba con sus argumentos, la creencia mercantilista de los beneficios de la acumulación de metálico. Argumentos que Adam Smith, quien había estudiado a Hume, en su libro “la Riqueza de las Naciones” intenta explicar desde un punto de vista analítico, por medio de la teoría del valor trabajo, formulando a partir de ésta, la teoría de las ventajas absolutas: “cada país puede especializarse en la producción de aquellos bienes que produce con mayor eficiencia e importar aquellos bienes en los cuales tenga una desventaja”.

David Ricardo plantea, con tal fortaleza, la teoría de las ventajas comparativas, que sigue aun vigente, con obvias modificaciones que lo complementan, arguyendo que un país tiene estas ventajas en la producción de un bien, si el costo de oportunidad en la producción de este bien, en termino de otros bienes, es inferior en ese país, frente al extranjero, lo que convierte a esta teoría en la argumentación de un método indirecto de producción.

En con el modelo teórico de Heckscher Ohlin, que la abundancia relativa de los factores, en cada uno de los países (en el cual la mano de obra ya no es el único factor productivo), es el determinante del comercio. Leontief confronta empíricamente el modelo Heckscher Ohlin, dando otra explicación alternativa del comercio, que rebasa los propósitos de la presente exposición.

Aun cuando, cuando la política de bloques “parece haber concluido” y la globalización económica se enfrenta con tropiezos, la economía de mercado, es presentada como la única opción viable para todos los países del mundo,  junto a la libre competencia, al considerarse que llevarán a que cada país extraiga lo mejor de sí mismo, conduciendo al pleno empleo y a la máxima utilidad para los agentes económicos. A la par de estas ideas están surgiendo otras que pretenden fomentar modos de pensamiento alternativos; algunos escasos y otros extensos, en lo que se refiere a análisis económico.[1]

La competencia perfecta es un modelo ideal que se basa en una serie de supuestos, que no se cumplen en la mayoría de los casos, a saber: no hay intervención estatal o es mínima, los agentes poseen un comportamiento racional-optimizador, cuya actitud es precio-aceptante (los precios vienen dados por el mercado), se producen bienes genéricos (no existen las marcas), propiedad privada, libertad económica (libre movimiento de personas y capitales, libertad de empresa), rendimientos decrecientes a escala (por cada unidad monetaria que se invierte, el beneficio aumenta en menos de una unidad monetaria) e información perfecta (a disposición de todos y con costo nulo).

En la mayoría de países, con economías de mercado, la realidad difiere mucho de este modelo, dando lugar a otro, conocido como competencia imperfecta u oligopólica, la cual se caracteriza por: comportamiento racional-optimizador de los agentes, con agentes no precio-aceptantes, se producen bienes similares aunque diferenciados (marcas), propiedad privada, barreras a la movilidad de personas y a la entrada en ciertos mercados, rendimientos variables con determinadas industrias tendentes a rendimientos crecientes a escala e información restringida y costosa (p.e: Foro Económico de Davos). Las diferencias entre lo que debería ser, competencia perfecta, y lo que es, competencia oligopólica, suelen ser señaladas como fallos del sistema, que en la mayoría de los casos, se atribuyen a la intervención estatal.

El peor impedimento para que la economía llegue a la competencia perfecta, según las corrientes clásicas de pensamiento económico, es la intervención del Estado. Éste desarrolla dos cometidos, por un lado establece el marco institucional en el que se desarrolla la economía y, por otro, es un agente más en el proceso económico debido a su capacidad de ingreso y gasto.

Para los clásicos, el Estado influye negativamente en la economía, porque altera la distribución de los recursos, haciéndoles perder eficiencia, ya sea a través de legislaciones restrictivas, ya sea a través de efectos desincentivadores, como son los impuestos, sus inversiones y gastos.

La teoría señala al Estado, como principal elemento de perturbación en cuanto a asignación eficiente de recursos, aunque la realidad demuestra que son los grupos de presión (empresariales o sindicales), los que hacen que los gobiernos tomen medidas legislativas proteccionistas (para mejorar la situación de los nacionales, a costa de los extranjeros), que perturban la asignación eficiente de recursos.

Según los liberales, los peores errores en los que cae el Estado,  de modo constante, son las regulaciones del mercado laboral, de salarios mínimos, seguros de desempleo; las políticas tributaria, de gasto y de redistribución de la riqueza, donde las políticas sociales, asistencia sanitaria pública, educación pública, salarios de jubilación; tienen gran parte de culpa en las ineficiencias del sistema.

Los liberales, consideran las anteriores políticas gubernamentales, como erróneas, bajo el argumento de que la desregulación del mercado laboral, nacional favorece al empresario a la hora de disminuir costos, ya sea a través de salarios por debajo de los de equilibrio o a través del despido libre, perjudicando al trabajador nacional, lo cual lleva a presiones empresariales que empeoran las condiciones de los trabajadores.

Por su parte, las empresas buscan la disminución de la carga impositiva sobre sus actividades, lo cual genera políticas tributarias más encaminadas a los impuestos indirectos (regresivos sobre la renta), que a los impuestos directos (progresivos sobre la renta), perjudicando a las familias con rentas más bajas.

En tercer lugar, las redistribuciones de la renta son negativas para la empresa, dado su efecto desincentivador que provoca en los individuos, lo cual restringe su movilidad geográfica (impide el éxodo) y provoca que se encarezca el mercado laboral, a la vez que se generan zonas con altos índices de paro.

Finalmente, se señala al gasto público extranjero, como generador de efecto expulsión de inversiones, generalmente nacionales, y como detonante de crisis en la balanza de pagos. Todos estos errores del sistema, según estos planteamientos, influyen en las funciones de producción y de beneficio de las empresas, con efectos negativos.

En lo referente a la movilidad de personas, se están dando, a nivel nacional, dos fenómenos paralelos que convergen: Por un lado las grandes áreas económicas (Unión Europea y EUA), fomentan la movilidad geográfica dentro de sus fronteras geográficas. Los trabajadores han de estar dispuestos a desplazarse miles de kilómetros para encontrar un trabajo, renunciando a su entorno vital.

Se llevan a cabo medidas de todo tipo, becas de movilidad, penalizaciones de movilidad, entre otras, para que el mercado interior de trabajo se dinamice. Se busca mano de obra cualificada, dispuesta y dirigible.

En el otro extremo, se encuentran las áreas deprimidas o con pocas posibilidades: prácticamente toda Latino América, África, gran parte de Asia y la Europa del Este. La actitud de los gobiernos occidentales, es totalmente opuesta a la libre inserción de estos inmigrantes, en el mercado laboral nacional.

Aparte de razones racistas y/o xenófobas, la cuestión es que en las grandes áreas económicas, hay dos mercados de trabajo: el de los nacionales, o “con papeles”, y el de los extranjeros “sin papeles”.

En su lucha por disminuir costos, las empresas observan ventajas en la existencia de dos mercados laborales; aunque si pudieran, lo dejarían todo en el de los “sin papeles”. Estos trabajadores cobran menos, pueden ser despedidos cuando se quiera, no se pueden sindicar, ni suponen costos por baja laboral, no tienen derecho alguno.

Las teorías del capital humano, señala como eficiente, el colocar al personal cualificado, donde se encuentran los puestos de trabajo, apropiados a sus cualificaciones.

Según las teorías de crecimiento endógeno, las economías locales han de hacer uso de las potencialidades del medio y sus gentes para ir desarrollándose. Los gobiernos han de promover políticas económicas basadas en la economía tradicional o factible en cada región, haciendo el mejor uso posible tanto del medio como de las gentes, además de dinamizar la comercialización de unos productos, que por su carácter artesanal, tienen un valor añadido, el de la exclusividad, del que carecen los bienes producidos en gran escala.

En cuanto a la libre circulación de bienes, la lucha contra las medidas proteccionistas, que pudieran surgir en cualquier país, son enarboladas por la Tríada (UE, EUA y Japón), que presionan al resto de los países, para que traten sus productos igual que a los nacionales, es decir, que no haya impuestos a la importación.

El problema surge cuando el Resto, quiere introducir sus bienes exportables, generalmente primarios y con poco valor añadido, en los mercados de la Tríada. La agricultura está fuertemente protegida tanto en la UE, como en EUA, lo cual aparte de ser una nueva ineficiencia, muestra el doble rasero que se está usando.

Por todo lo expuesto, se contempla la necesidad de que los gobiernos sigan legislando y administrando los recursos, buscando el bienestar de su pueblo, no el beneficio de los capitales imperiales. El Estado ha de ser el ente dinamizador de la economía, creando capitales nacionales, tanto físicos como humanos.

Sobre la movilidad de capitales[2] no hay más que aplicar  la tasa Tobin[3] o algún tipo de impuesto parecido, que grave los movimientos de capital especulativos.

En lo referente a la circulación de mercancías, sería conveniente que la UE y EUA, facilitaran la importación de los bienes que vienen de las áreas deprimidas. El que cada país produzca lo que necesita es lo mínimo que se puede pedir, a la hora de articular un tejido industrial, que en un futuro pueda ser competitivo, en el marco internacional.

Producir con vistas al exterior hace muy vulnerable una economía ante cambios en la demanda internacional, sin embargo producir para el mercado interior y vender en el exterior si el producto es suficientemente competitivo es una actitud que busca la satisfacción del mercado interior y el beneficio que se pueda extraer del exterior.

En cuanto a la información, se debería mejorar la difusión, incluyendo espacios de difusión de las ofertas y demandas públicas, así como de otra información relevante, además de incluir programas, en los que se comparasen, los distintos productos presentes en el mercado.

La creación de la figura de  “juez de consumo”, cuyo cometido fuese evaluar la calidad del producto, en cuanto a prestaciones y a adecuación al derecho nacional (con especial énfasis en el cumplimiento de los derechos fundamentales humanos del trabajador, y las leyes medioambientales), sería recomendable.

La senda que va de la competencia imperfecta, a la competencia limpia, sólo puede empezar con un Estado, que asuma sus verdaderos poderes, en cuanto a capacidad de dirección de su economía.

El gobierno tiene que luchar por el bienestar de su pueblo, quien le legitima, haciendo uso de todas aquellas armas que el poder pone a su disposición. La nacionalización de bienes y tecnologías de interés general, la aplicación de los derechos humanos y del trabajador, aplicar la tasa Tobin sobre los movimientos especulativos de capital, ensanchar las vías de información y mostrar al consumidor las características reales de lo que se consume, y, en definitiva, crear un modelo de economía autocentrada, basada en las potencialidades endógenas de cada región, dirigida a la satisfacción de las necesidades nacionales, deben ser líneas de acción que cualquier gobierno debe tomar, si quiere alejarse de la competencia imperfecta. 

El modelo estándar, aporte neoclásico a la explicación del comercio, no corresponde sólo a un modelo de corte ofertista como los modelos ricardianos, sino que aporta elementos, tanto de oferta como de demanda, en la explicación del comercio entre países.

El análisis de los problemas reales, necesita basarse en una combinación de modelos.  Por ejemplo, puede ser útil aplicar el modelo ricardiano, para analizar las implicaciones de los cambios fundamentales en el comercio mundial, el rápido crecimiento de la productividad y de las exportaciones de Japón, Corea y Taiwán, a mediados de los años ochenta.

Para entender los efectos del aumento del comercio del Pacífico y la distribución de la renta, en los Estados Unidos, puede ser de utilidad aplicar el modelo de factores específicos.

El modelo Heckscher-Ohlin se puede utilizar para entender el cambio de recursos de las naciones de Asia del este, pues a medida que han acumulado capital y ha aumentado la formación de su fuerza de trabajo, el trabajo no cualificado se ha hecho escaso.

Lo que se intenta mostrar, es la lógica de construcción interna, de cada uno de los modelos y el papel de sus supuestos, con el propósito de que el analista, al enfrentarse a un problema, o al interpretar un hecho real, relacionado con el comercio, tenga los instrumentos necesarios para explicar la interacción entre países e identifique el terreno teórico a que se esta enfrentando, así como las implicaciones que conlleva su utilización en un análisis.

El uso de una combinación de modelos, en el análisis de los problemas reales, a pesar de las diferencias en sus detalles, es útil por que poseen varias características comunes:

  1. La capacidad productiva de una economía, puede ser resumida por su frontera de posibilidades de producción, y las diferencias en esas fronteras dan origen al comercio.
  2. Las posibilidades de producción determinan una función de oferta relativa del país, en cuestión.
  3. El equilibrio mundial, está determinado por la demanda relativa mundial.

 

SI TE GUSTO EL TEMA, DALE LIKE Y SUSCRIBETE A LA PÁGINA….

 

__________________

Fuente: UBERETAGOYENA Loredo, Sonia. (2003). ECONOMÍA INTERNACIONAL (Una Propuesta Didáctica para Licenciatura). Tesis para obtener el grado de Maestría en Economía. Ciudad de México. México. UNAM.

__________________

Notas:

[1] Jandorrero. http://www.ocm.tvheaven.com/competencia.htm

[2] Se trata, en primer lugar, de inversiones privadas dirigidas al sector privado. Es el caso incluso de los países en desarrollo más importantes. Ahora los préstamos de los organismos oficiales son una minoría, mientras que los flujos de organismos privados representaban ya 80% del total, a diferencia de lo que sucedía a principios de los noventa. En segundo lugar, la velocidad y la magnitud de estos flujos es impresionante: en 1986 casi 188 mil millones de dólares pasaron de una mano a otra a través de los principales intermediarios financieros del mundo. En 1995 la cantidad estimada era de 1.2 billones diarios, es decir un aumento de más de seis veces en una década. En la actualidad deben representar entre 1.5 y 1.8 billones de dólares diarios. En tercer lugar, el destino de estos flujos son las llamadas inversiones de portafolio (es decir, a corto plazo y altamente volátiles) y acciones en las bolsas de valores. Sólo entre 15 y 20% de los flujos responde al comercio internacional, estimado en 4.3 billones de dólares anuales. Un porcentaje más pequeño obedece a inversiones extranjeras directas, destinadas a adquirir plantas productivas en bienes y servicios y creadoras de fuentes de trabajo. El resto, alrededor de 80%, son capitales líquidos, de corto plazo y de naturaleza puramente especulativa.

[3] Tobin, James, «A Proposal for International Monetary Reform», Vol. 4, Eastern Economic Journal 153-159 (1978). Hace más de 20 años, James Tobin, premio Nobel de Economía, escribió un artículo en el que propuso gravar las transacciones de divisas que se realizan en el mundo con un impuesto muy pequeño, menor a un punto porcentual, entre 0.1 y 0.25%. Ello, como parte de una reforma al sistema monetario internacional, que después de la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods, los países desarrollados empezaron a desmantelar los controles de capitales que habían estado vigentes y que desde entonces, la competencia por atraer los flujos financieros se ha vuelto más encarnizada. http://www.jornada.unam.mx/2001/ago01/010812/mas-tobin.html.

error: Contenido protegido por derechos de autor.