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Autora: Investigación, dirección, producción y edición de Sonia Uberetagoyena Loredo
Un Recorrido Turisfilosófico por las Fiestas de La Navidad y el Año Nuevo 2019
Aunque supiera que el mundo se desintegrará mañana, igual plantaría mi manzano [Martin Luther King]
Los festejos de La Navidad y el Año Nuevo 2019, muy próximos,… invitan a reparar en su significado,… en el significado del tiempo,… en que el tiempo pasa…, el que no vuelve, el que se escapa, huye, se desbanda, ya no nos persigue…
Se sabe que se debate sobre las fechas en que nació Jesús, porque no se conocen,… siendo el punto de referencia del calendario gregoriano y del sistema para medir el paso del tiempo, cuyo origen se localiza en Europa, a partir de que el papa Gregorio XIII sustituyó en el 1582, el calendario juliano, que se utilizaba desde Julio César, quién alguna vez dijo: “Fui, Vi y Vencí”, ¿incluido el tiempo?
El cambio de calendario, obedeció a que en el Concilio de Trento, se acordó eliminar la diferencia causada por el primer Concilio de Nicea, en el año 325, fijándose los días en que se tenía que celebrar la Pascua[1] y por consiguiente, el resto de las celebraciones religiosas, para lo cual se adaptó el calendario civil al año trópico, es decir a los 365 días que la Tierra tarda en dar la vuelta al Sol.
Para ello, el papa Gregorio XIII, eliminó 10 días, acumulados, del 5 al 14 de octubre de 1582, desde que se instauró el calendario juliano, con base en estudios realizados por la Universidad de Salamanca.
El calendario juliano establecía el 1 de enero como el principio del año, pero con 365 días y seis horas. El año bisiesto, que recupera esas horas, incluía un día entre el 24 y el 25 de febrero, con años divisibles entre cuatro. El calendario juliano tenía un margen de error de 11 minutos y 14 segundos y los días, se intercalaban de manera errónea.
En 1582, el equinoccio se adelantó al 11 de marzo, y con ello, el festejo de la Semana Santa, por lo que, de continuar el error, se celebraría cada vez antes la liturgia, cambiando incluso la estación, lo cual desatendía lo escrito en la Biblia, que especifica que Jesús murió en el mes judío de nisán (primavera), por lo que el papa decidió fijar el equinoccio, el 21 de marzo, para celebrar la Pascua en ese mes. El Emperador Augusto, insistía en “posponer algo sin fecha fija” o inexistente.
Se desconoce el día exacto del nacimiento de Jesús, aunque se sabe que fue durante el reinado de Herodes, a mediados del siglo IV, el Papa Julio I, estableció la fecha del 25 de diciembre, día próximo a muchas fiestas del solsticio de invierno, que se celebraban en la antigüedad.
Siendo difícil precisar cuándo inició la celebración de la Navidad, como hoy se festeja, lo cierto es que se trata de una mezcla de costumbres, mitos y leyendas, de varios siglos y de muchos países diferentes, al igual que la figura de Papá Noel o de Santa Claus o Sinterklaas o Pere Noel, según el país, al igual que sucede con la representación del pesebre, siendo costumbres que provienen, tanto de la leyenda, como de la realidad. El personaje de Papá Noel, se inspira en la vida del obispo de Mira, de la actual Turquía, conocido actualmente como San Nicolás, muy popular por su bondad y generosidad con los pobres, quien consideraba que “Sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto”.
La imprecisión de las fechas, en el nacimiento de Jesús, así como las que dan inicio a los festejos de la Navidad, se extiende a otros sucesos históricos, de modo que algunos matemáticos señalan que se desconoce el año en que vivimos y que toda la cronología de la historia de la humanidad, podría estar mal fechada.
Los mismos evangelistas no sabían ni el año, ni el mes, ni el día del nacimiento de Jesús. Mateo indicaba que nació en los días del rey Herodes, mientras que Lucas afirmaba que nació cuando Cirenio era gobernador de Siria, es decir, diez años más tarde.
Ante la carencia de información, adecuada y precisa, los primeros teólogos cristianos no pudieron determinar la fecha exacta del nacimiento del Maestro. Así que la Navidad se celebraba a veces el 20 de abril, a veces el 20 de mayo, por lo que fue en los concilios, donde se estableció, la fecha del 25 de diciembre.
¡No es fácil documentar la historia!, con la cronología estándar actual, de modo que desde inicios del siglo XVII, diversos expertos indicaron que las fechas no cuadraban. Son grandes las dificultades para establecer las fechas de eventos históricos.
No es fácil, porque cada civilización, cada cultura y, a veces, cada país, al 2018, aún tienen calendarios diferentes, como el solar, lunar, etc., que se desalinean, mucho o poco, del año solar, con referencias históricas distintas, que se cruzan entre ellas. Incluso se tienen imprecisiones en el orden de los sucesos.
Como ya se dijo, el calendario gregoriano, usado en occidente, toma como año cero, el hipotético año de nacimiento de Jesús, impuesto por el Papa Gregorio XIII, que consta de 11 meses de 30 o 31 días y, un mes más corto, con 28 días de duración, que cada cuatro años tiene 29 días, conocido como año bisiesto y que se utiliza para equilibrar el calendario con el tiempo real, que dura un año solar: 365.2425 días. El Calendario Gregoriano se utiliza administrativamente en casi todo el mundo, incluso en países y culturas con calendario propio, como forma de uniformar los tiempos y fechas.
Aunque el calendario Gregoriano es oficial, para casi todos los países, algunos mantienen su propio calendario, para festividades religiosas, estaciones climáticas y celebraciones de año nuevo.
Quienes se rigen por el calendario hebreo, recibirán en el calendario gregoriano 2019, su año 5780. Este calendario consta de 12 meses, con años bisiestos de 13 meses, cada 3 años. Es bastante exacto, pues combinan la observación solar y lunar, por lo que no existe una cantidad fija de días para cada año, incluidos los no bisiestos, sin que la alteración sea significativa. El día, según el calendario hebreo, empieza y termina, cuando se pone el sol.
El calendario hindú, se rige tanto por los eventos solares como lunares, constituyéndose por 12 meses regidos por la luna, de 29 y 30 días, de modo que cada tres años, se completa con un mes adicional. Los meses comienzan al amanecer, después de una noche de luna nueva y se utiliza en el sur y sureste asiático, con diferencias de cada cultura, en razón de nombres de meses o tradiciones.
El islam tiene su propio calendario, aunque existen diferentes corrientes en el Islam, un año es más corto, por un día, que el gregoriano, siendo de 364 días, divididos en 12 meses y se basa en el movimiento lunar. Al igual que el calendario hindú, cada mes comienza el día después de una noche de luna nueva, cuando se observa la luna creciente por primera vez, por lo que cada mes, nunca dura lo mismo que otro, ni se repite al año siguiente. Al 2019, este calendario festejará el año 1441.
Los chinos celebran el año nuevo en una fecha muy diferente al del mundo occidental, rigiéndose por su propio calendario, que iría, al 2019, en el año 4717. Cada año está compuesto por 12 meses y cada tres años, al igual que en el calendario hebreo, se adiciona un mes extra para ajustarlo. El año nuevo chino, siempre es diferente, celebrándose entre el 21 de enero y 21 de febrero occidental, al darse la primera luna nueva.
No en balde decía Gustavo Adolfo Bécquer que, en el majestuoso conjunto de la creación, nada hay que conmueva tan hondamente, que acaricie el espíritu y dé vuelo desusado a la fantasía, como la luz apacible y desmayada de la luna.
Pero, al no tener puntos de referencia común, no es sencillo, establecer las fechas y la sucesión de los hechos históricos, siendo el primer intento sistemático, el de Joseph Justus Scaliger, un filólogo francés que dibujó el primer gran esquema cronológico de la historia, de Europa y Oriente Medio. Scaliger se basó en las descripciones astronómicas, de textos antiguos, porque ellas le permitían conocer el día y hora en que habían ocurrido los eclipses de sol, de luna y otros fenómenos, que coincidían con el acontecimiento de sucesos.
La cronología histórica actual se basa en el trabajo de Scaliger, quien escribió, sobre bases científicas, varias obras, en las que construyó una mina de información sobre los tiempos y la cronología. Si los puntos de referencia de Scaliger están mal, toda la historia podría estar mal datada.
Esta preocupación de Scaliger, bien puede expresarse en la pregunta de San Agustín ¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Pero si tuviese que explicárselo a alguien, no sabría cómo hacerlo.
El científico ruso, Nikolai Morozov, encarcelado por sus posturas revolucionarias socialistas, hizo cuentas, con el único libro que le dejaron leer, la biblia, percatándose, por ejemplo, que la civilización china había surgido mucho después de lo que se afirmaba, de modo que sus cálculos, basados en distintos modelos astronómicos, muestran un desfase entre la cronología, oficial y la real, de hasta mil años, hacia atrás. De igual modo, señaló que las Guerras del Peloponeso, estaban mal fechadas y que la historia antigua (griega, romana y egipcia) ocurrió, en realidad, en lo que hoy se denomina “Edad Media”.
Los avances en las técnicas de datación absoluta (Carbono 14 y Fotoluminiscencia), que nutren a la cronología histórica estándar, tienden a confirmar la cronología oficial, debilitando las tesis de Fomenko.
La Navidad alude a la creencia de que los Mensajeros de Dios, salvadores y redentores del mundo, sólo podían nacer en diciembre. Los antiguos egipcios celebraban el nacimiento de sus dioses más importantes, especialmente de Osiris, hijo de Geb y Nut, así como del dios Horus, el 25 de diciembre.
Albert Einstein, expresaba que “Un ser humano es parte del todo, del universo, en una parte limitada en el tiempo y en el espacio. Este ser, está convencido de que él mismo, sus pensamientos y sus sentimientos, son independientes de los demás, una especie de ilusión óptica de su conciencia. Esa ilusión es una cárcel para nosotros, limita los deseos personales y el sentir afecto por los pocos que se tienen más cerca. La tarea es liberarse de esa cárcel, ampliando el círculo de compasión, para abarcar a todos los seres vivos y a toda la naturaleza”.
Los griegos, festejaban el nacimiento de Hércules, hijo de Zeus, el 25 de diciembre, fecha supuesta en que también nacieron, sus dioses, Dionisio y Adonis.
En la India, cada 25 de diciembre celebraban el “Parto de la Reina del Cielo”, muchos siglos antes de la aparición del cristianismo, por lo que la gente adornaba sus casas con guirnaldas y flores y los parientes y amigos, intercambiaban regalos.
También con siglos de anterioridad a la era cristiana, los chinos celebraban los días 24 y 25 de diciembre, el solsticio de invierno. En esos dos días de fiesta el comercio cerraba sus puertas, igual que los tribunales y los centros sociales.
Los persas celebraban el nacimiento del Dios Solar Invencible Mitra (Sol Invictus), hijo de la virgen Anahíta, el 25 de diciembre, suspendiéndose el trabajo, el comercio, las ejecuciones de presos, los combates, se liberaba temporalmente a los esclavos, decoraban las casas con ramas de laurel, y los amigos y parientes se hacían regalos y se festejaba en las calles.
El Dios Mitra, conocido desde la antigüedad, principalmente en Persia e India, de una religión mistérica o de misterio, que transmite el conocimiento, a través de la experiencia, con misterios, que no explicita, porque la doctrina, ha de conocerse a través de la iniciación ritual y no mediante la palabra o la razón, por tratarse de una sociedad exclusiva o por alguna imposibilidad de una explicación racional, se relaciona con el nacimiento de Jesús, dada la maniobra calculadora de la Iglesia, en el año 354, durante el papado de Liberio, quien estableció la fecha de nacimiento del Dios Mitra, como aniversario del nacimiento de Jesucristo, el 25 de diciembre.
La Iglesia católica, adoptó el 25 de diciembre, como fecha del nacimiento del Jesús, para lograr desacreditar a otros dioses y disfrazar las creencias paganas en el nuevo Hijo de Dios, con el propósito de que la nueva religión cristiana, fuese monopolio corporativo del mundo, admitiendo un único y verdadero dios, institucionalizándolo a partir del siglo IV en el Imperio romano, a fin de dar cohesión a su poderío, convirtiéndose en un asunto de Estado.
El 25 de diciembre tiene un significado astronómico, dado que ocurre el solsticio de invierno, en el que el sol, favorecedor de cultivos y guardián de la noche, con su luz y su calor, tarda más tiempo en esconderse por el horizonte, durante el día.
El 25 de diciembre, el sol, después de tres días inmóvil, según se observa desde la Tierra, varía su trayectoria un grado hacia arriba, cuando lleva seis meses dirigiéndose hacia el sur, desde el hemisferio norte. Este grado que varía la trayectoria del sol, hace que los días sean más largos, ganando terreno a la oscuridad de la noche.
El sol, al variar un grado su trayectoria, se posiciona sobre la constelación de la Cruz del Sur (Crux).[2] Por ende, el sol, los días 22, 23 y 24 de diciembre, permanece inmóvil en el firmamento, visto así desde el hemisferio norte y, el último día, a comienzos ya del 25 de diciembre, según los antiguos, nace el Sol Inconquistado (cumpleaños del Día Sol Invictus), cuando aumenta su luz, después del solsticio de invierno, aludiendo al “renacimiento” del sol, lo que coincide con que “Jesús resucitó al tercer día”, en absoluta relación con el sol y sus movimientos. Así, el nacimiento del Flagelado y su crucifixión, se relaciona en el cristianismo, con los tres días, de la muerte y el nacimiento del sol.
¿El ser humano, aun le rinde culto al sol? ¿Debería rendirle culto al sol?
En Gran Bretaña e Irlanda, la clase sacerdotal, los druidas, celebraban el 25 de diciembre con monumentales fogatas, encendidas de noche, en las cumbres de las colinas.
En México, la última semana de diciembre, se conmemoraba el nacimiento de Quetzalcóatl, cuya venida esperaban, como muchos cristianos siguen esperando hoy, que Jesús venga de nuevo.
El Tiempo es una magnitud física fundamental, que se mide y utiliza como proceso periódico, repetitivo de manera igual e indefinida, siendo el segundo, la unidad de tiempo seleccionada, como la 86.400 ava parte del día solar medio. El tiempo, le indica al ser humano, lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá, guiando su presente y futuro, desde la experiencia pasada. Los dos instrumentos guía, son el calendario y el reloj, dejando atrás la aparición y salida del sol.
En gran parte del mundo se ha tomado el nacimiento de Jesús de Nazaret o Jesucristo, como punto cero o inicio de nuestra Era, por lo que, la fecha en que ocurre un determinado suceso, antes del punto cero, se le anteponen las letras a. C (antes de Cristo).
El Año Nuevo, es una celebración internacional en la que se festeja la llegada de un nuevo ciclo de 12 meses, un año. Se celebra un año más que llega o un año que se va y no vuelve, el 31 de diciembre,… 12 meses representados con las 12 uvas del tiempo y las 12 campanadas, dependiendo de la cultura regional, como ocurre en México, Venezuela, Colombia… y en algunas otras partes del mundo.
Se despide lo malo y lo bueno del año saliente, se despide a la noche vieja, al año anterior y se recibe un nuevo año…
Alfred Tennyson, exponía que “Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza”.
Es tan difícil, establecer fechas, que por ejemplo, desde el punto de vista geológico, para datar la historia de la Tierra, en períodos de tiempo tan grandes, que se han venido guiando, con proporciones útiles, reduciendo proporcionalmente la historia de la tierra un año,[3] resultando que al principio, la evolución fue lenta, para después ser vertiginosa, como se observa en la cronología que establece, que:
El 1 de enero, se forma la tierra.
El 6 de marzo, se forman las rocas más antiguas conocidas.
El 4 de mayo, aparece la fotosíntesis.
El 22 de julio, se desarrolla la atmósfera de oxígeno.
El 7 de enero, comienza la Era Paleozoica.
El 16 de noviembre, aparecen los peces.
El 27 de noviembre, surgen las primeras plantas terrestres.
El 13 de diciembre, comienza la Era Mesozoica (de la vida media), que duró unos 120 millones de años.
El 15 de diciembre, aparecen, de manera abundante, los primeros y verdaderos mamíferos.
El 18 de diciembre, se desarrollan las primeras aves primitivas.
El 26 de diciembre, se extinguen los dinosaurios y comienza la Era Cenozoica (la más reciente historia de la tierra).
El 30 de diciembre, surgen los simios antropoides, parecidos al hombre (hace cerca de dos millones de años). Abarca los últimos 60 millones de años de la historia de la tierra.
El 31 de diciembre: A las 22 horas con 29’, una especie humana aprendió a usar el fuego y la piedra (hace unos 50,000 años), estimándose que, a partir del cese de las glaciaciones (hace unos 30,000 años), los hombres emprendieron su recorrido a la civilización.
El 31 de diciembre: A las 23 55’ 45’’, apareció el hombre moderno.
El 31 de diciembre: A las 23 58’ 52’’, comenzó el Holoceno.
El 31 de diciembre: A las 23 59’ 57’’, se descubre América.
A las 24 horas, hacen su aparición la cibernética, los viajes espaciales y ¡la bomba atómica!
Hoy, los científicos, señalan que vivimos en una nueva era, el antropoceno, “La Edad de los Humanos”, una nueva era de la civilización, cuando consideraban que el planeta Tierra, aún se encontraba en el periodo del Holoceno, que inició hace cerca de 12,000 años, al concluir la glaciación.[4]
Para estos teóricos, de la Era del Antropoceno, el cambio se manifiesta en el cambio climático, la expansión del uso del plástico, el aluminio, la dispersión de las cenizas, la lluvia radiactiva, y los cambios a gran escala de los ciclos del carbono, el nitrógeno y el fósforo, concluyendo que tales modificaciones, provienen de la mano del ser humano, constructor, modificador, pero también destructor, inductor de cambios duraderos a nivel geológico, algunos, prácticamente irreversibles, que iniciaron con el descubrimiento de América o con la industrialización en Inglaterra, a mediados del siglo XVIII o con la introducción de los isótopos radioactivos, a partir del uso de las bombas atómicas, en la cuarta década del siglo XX.
35 especialistas de diversas materias (geólogos, científicos del clima, ecologistas), consensuaron que la fecha, ocurrió a mediados del siglo XX, cuando Estados Unidos llevó a cabo su primera prueba nuclear.
Sin excusar la característica de que el ser humano es el mayor depredador de los recursos del planeta, habría que recordar lo investigado por Habibullo Abdussamatov, Director de Estudios Espaciales del sector del Sol, en el Observatorio de Pulkovo y Supervisor del proyecto Lunar Observatory, de la Academia de Ciencias de Rusia, quien señala que el calentamiento global, no es de origen antropogénico, lo que no descarta la enorme y potente destrucción que implica el abandono de las actividades agropecuarias, el uso de armas nucleares y bacteriológicas, el uso del HAARP, es decir, el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia, los códigos biométricos,… lo cual requiere un llamado al natural devenir de los sucesos, con una alta reflexión ética.
Johann Wolfgang Von Goethe, dejaba a criterio, el apartar al alma de su fuente originaria y, si se podía, aferrarla al camino de cada quien, pero llevándola abajo, junto al ser humano, porque daría vergüenza desconocer que un hombre bueno, incluso extraviado en la oscuridad, es consciente del buen camino.
Adrián Almazán Gómez, afirma que, a través de la exacerbación de la omnipotencia técnica, las sociedades actuales han pasado a afirmar que los seres humanos tienen la capacidad de controlar y recrear los elementos naturales, de modo que el ecomodernismo, da luz a una interpretación del Antropoceno, que separa la sociedad de la naturaleza, quedando ésta imaginariamente reducida a un conjunto de bioartefactos, de productos sociales, sujetos a la creación y gestión por parte de los seres humanos.
Esta noción se ha criticado, tomando como base las reflexiones de Cornelius Castoriadis (1922-1997), filósofo greco-francés, quien criticaba la idea de Antropoceno del ecomodernismo, en su desmesurado intento de transgresión despreciable, de los límites y la ilusión de control sobre la técnica, porque afecta la relación sociedad-naturaleza, que debe encararse desde las instituciones y que no puede explicarse, por parámetros lógicos.
Las sociedades modernas consideran, ingenuamente, toda forma de progreso técnico como naturalmente bueno, a causa de la crisis del progreso, desde fines de la primera guerra mundial y los años treinta del siglo XX. Después de la segunda guerra mundial, y tomando quizá, el discurso de Truman de 1949, la corona del progreso se sitúa sobre el crecimiento económico, como fin último de toda sociedad humana y patrimonio que el Occidente legará al resto del planeta.
El mito del progreso, como predestinación del ser humano y su sociedad, hacia el crecimiento a lo largo de toda su historia, con la expansión ilimitada del dominio racional desmesurado y delirante, con “mecanismos económicos del mercado”, como “racionalidad del Plan”, como ley sin más… Hoy, las evidencias se invierten: lo que podía ser visto “al comienzo” como un conjunto de instituciones al servicio de la sociedad, se convierte en una sociedad al servicio de las instituciones [Castoriadis, 1983, p. 189].
Para Castoriadis, la “omnipotencia” virtual de la técnica, como actividad racional, que controla el mundo histórico-social y natural, lo lleva a afirmar que si las técnicas particulares son “actividades racionales”, la técnica misma no lo es en absoluto. En su realidad histórica, la Técnica es un proyecto cuyo sentido permanece incierto, con un porvenir oscuro y finalidad indeterminada, al pretender ser “amos y poseedores de la naturaleza” [Castoriadis, 1983, p. 128]. El hecho de que se niegue la finalidad del acto técnico, es una ficción, incoherente e insostenible, pues toda técnica es siempre, para otra cosa, que para sí misma, quedando pendientes los fines, sin delirio social, sin omnipotencia.
La autonomización del fenómeno técnico, se entiende como potencia absoluta, que puede agrandarse sin límites [Castoriadis, 2006, p. 4], de dominio total y de destrucción absoluta, de cualquier limitación intrínseca a lo humano, de cualquier límite, sin considerar que lo “moderno” ha transformado lo natural, en una mera “naturaleza-objeto”, pretendiendo un mundo abiótico, que precisamente, pone en peligro la vida.
A través de una exacerbación de la omnipotencia técnica, las sociedades actuales han pasado a afirmar que los seres humanos tienen la capacidad de controlar y recrear los elementos naturales. Así, el ecomodernismo dio a luz, al modelo del Antropoceno, que pretende la separación entre sociedad y naturaleza, quedando ésta imaginariamente reducida a un conjunto de bioartefactos, de productos sociales, sujetos a la creación y gestión por parte de los seres humanos.
¿Encontrándonos hoy, en los albores de una Tercera guerra Mundial?, quizá ya ¿en vigencia?
Se llega, a los festejos de la Navidad y del Año Nuevo de 2019, envueltos en un cambio de Era y de época, dejando atrás un momento histórico e iniciando otro distinto, como distinto será el año que iniciará… Se está ante una transformación en la estructura real del mundo, de quiebre, que no permite organizar significados y sentidos inteligibles, para entender el mundo y predecirlo. Los modelos de pensamiento, tomados como inalterables, se evaporan, para narrar, explicar, medir y predecir, entender y sentir que se controla el mundo circundante, crecientemente desnudos de guías y referencias.
En un momento histórico marcado por la inoperancia de las viejas certezas y por el aumento exponencial de la imprevisibilidad y la incertidumbre, queda una primera posibilidad, aferrarse a la certeza rota y seguir construyendo escenarios “probables” a partir de ella. Una segunda, es dejarse avasallar por la incertidumbre y el miedo, y quedarse pasmado y, una tercera es asumir de lleno que, frente al quiebre de las regularidades, significados y certezas conocidas, “La mejor manera de predecir el futuro es creándolo”, como observaba Abraham Lincoln, a lo que habría que agregar lo dicho por Albert Einstein, que “Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”.
Sería deseable, que pese a las circunstancias, se disfrute del cambio, de la Navidad y de un Año Nuevo, en el futuro muy próximo, optando por asumir, de lleno, el quiebre de las regularidades, significados y certezas conocidas, como la mejor manera de predecir el futuro: ¡Creándolo!, como aconsejaba, Abraham Lincoln.
Hermann Hesse, declaraba que cuando alguien, de verdad necesita algo, lo encuentra, no es la casualidad quien lo procura, sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad, le conducen a ello…
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Referencias
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Notas
[1] Para los judíos, es la festividad religiosa, que se celebra en la primera luna llena de primavera, en la que se conmemora la liberación de la esclavitud de su pueblo, en Egipto, en tanto que para los cristianos, es la festividad religiosa, del domingo después del plenilunio posterior al 20 de marzo, en que se conmemora la resurrección de Jesús.
[2] En los cielos del hemisferio sur, se encuentra la constelación más pequeña del firmamento, la Cruz del Sur, que siendo de su reducido tamaño, al estar situada en la Vía Láctea y en las proximidades del Saco de Carbón (una de las nebulosas más oscuras del firmamento), es una constelación muy conocida.
[3] Martín H. Iriondo. (1985). Analogía. En Introducción a la Geología (211). Argentina: Editorial Brujas.
[4] Colin Waters, del British Geological Survey y secretario del Grupo de Trabajo Antropoceno (AWG, por sus siglas en inglés).