Autora
*Investigación y producción de Sonia Uberetagoyena Loredo
La acumulación originaria o primitiva es un concepto creado por Karl Marx en “El Capital”. La acumulación primitiva se da a partir de la privatización de los medios de producción por unos cuantos, de manera que los propietarios, se benefician de la población existente carente de medios de vida, dispuestos a trabajar para ellos, transformada en una mercancía más, que se posee, compra y vende en el mercado de trabajo humano. Tal acumulación expulsó del campo a grandes masas rurales, destruyó las formas tradicionales de vinculación de los siervos a la tierra, los derechos comunales, los derechos de propiedad de la tierra entre varias personas, los derechos de campo abierto y otros, producto de la privatización de los medios de producción.
La separación del productor de los medios de producción; herido por la violencia, la conquista, la piratería y el robo, en la Europa precapitalista, fundamentalmente en Inglaterra y sus colonias; acabó con las formas tradicionales de uso colectivo de la tierra y los derechos señoriales o feudales sobre este recurso natural de una gran masa de campesinos europeos. Así aconteció la acumulación primitiva, en un entorno de mercados crecientes, cada vez más globalizados por el comercio en el Mediterráneo, durante los siglos XIV y XV, sólidamente constituido en el siglo XVI, con la expansión imperialista mundial europea, que acumuló dinero para reinvertir en el comercio, generó nuevas fortunas y polos de poder financiero, sin que ese capitalismo comercial y financiero renovara a las sociedades agrarias europeas, en sociedades capitalistas, según Marx.
Karl Marx en “El Capital”, ilustra la acumulación originaria, con el caso británico entre el siglo XV y el siglo XIX y las colonias británicas del siglo XIX, como modelo de la desposesión de derechos de los campesinos en Europa. Los siervos, al ser liberados de sus obligaciones feudales, también perdieron sus derechos a ocupar una parcela y cultivarla, que pasó a ser propiedad privada del antiguo señor feudal. Los pequeños propietarios dejaron de utilizar las tierras comunales de los municipios cuando se privatizaron, disminuyendo sus medios de vida, obligándoles a endeudarse y a perder las pocas tierras que poseyesen. Marx analizó la legislación que desde el siglo XV, permitió el proceso gradual de expropiación y de concentración de población desposeída que vagabundeaba por los caminos y ciudades, para quienes se crearon zonas de casas para centenares de pobres, sin cualificación artesanal, incluyendo niños y mujeres, dedicados al trabajo forzado en la producción de bienes manufacturados en serie, reapareciendo un modelo de reclusión, para acceder a la caridad pública. El desarrollo del capitalismo industrial, transformó las casas para pobres en fábricas de enrolamiento “libre”.
Un segundo hecho histórico analizado por Marx, para esclarecer el desposeimiento, fue la colonización de mediados del siglo XIX en el resto de la mayor parte de Europa, en que los campesinos expropiados de sus tierras se convirtieron en obreros, cosa que no sucedió en ese momento en las colonias, pues donde existían tierras vírgenes, no se hizo valedera la legislación que imposibilitara a la población a apropiarse de ellas y cultivarlas, de modo independiente. Donde no existan relaciones de producción capitalistas, donde los medios de producción no estaban aún absorbidos por una clase social limitada, los obreros no acudían voluntariamente a trabajar en las fábricas.
Carlos Marx muestra la abundante legislación en las colonias para imposibilitar a los indígenas y emigrantes blancos, a apropiarse libremente de tierras vírgenes. La inexistente economía de plantación esclavista en Gran Bretaña, se explicaba en Estados Unidos por la inexistencia de trabajadores asalariados, ya que el hombre libre, prefería ir al oeste, dados el interés manufacturero estadounidense de la costa este, de finales del S. XVIII, que frenaron la expansión al oeste, encareciendo las tierras de frontera y los contratos de inmigración, que obligaron a los europeos, recién llegados a trabajar en las manufacturas, a enrolarse en las fábricas, sin derechos políticos: mujeres y niños. La conquista del Oeste y el mito de la independencia individual, a costa del genocidio indígena, retardaron la formación de una clase obrera estadounidense totalmente desposeída, hasta finales del siglo XIX. Había trabajadores asalariados, pero con un alto poder de negociación en la medida en que siempre podían optar por irse al oeste.[1]
¿La acumulación originaria del capital, ilustra el actual contexto de lo que se ha dado en llamar la “Desglobalizacion al 2017”?
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[1] Karl Marx. (2000). El Capital (Obra completa). Crítica de la Economía Política. México: Grupo Editorial Akal.